El resurgimiento de Sergio Massa

A raí­z de las novedades producidas en los últimos dí­as, especí­ficamente la designación en el gabinete nacional del hasta hoy Presidente de la Cámara de Diputados, nos pone frente a lo que podrí­amos denominar como el surgimiento de Sergio Massa.

Digamos, como principio, que no es el mismo que el de hace ya casi trece años. La aparición del ex jefe de gabinete del Frente para la Victoria, se remonta al año 2007 obteniendo un triunfo en el distrito de Tigre, su participación activa en las elecciones de renovación de 2009 (integrando las listas del FpV-PJ) y luego conformando el Frente Renovador (heterogéneo por demás) obteniendo un sólido triunfo en 2013 y una disminución electoral importante en 2015. Puede afirmarse que las elecciones de 2007/09 no valen para el presente análisis puesto que, en rigor de verdad y más allá de su activa participación, no respondieron a su genuino liderazgo. Pero si habrá de afirmarse, sin hesitación, que las realizadas en 2013/17 fueron bajo su conducción e imagen.

Los comicios de medio término del año 2013, nos situaron en lo que aparecí­a como una alternativa a las dos fuerzas tradicionales, al menos en la provincia de Buenos Aires, esto es PJ y UCR, con un Frente Renovador triunfante (Massa, Sola y aliados) seguido por el Frente para la Victoria (PJ, Insaurralde, Di Tulio, Magario) y más lejos el Frente Cí­vico Progresista (UCR, GEN, Alfonsin, Stolbizer), la Alianza Unidos por la Libertad (Celeste y Blanco, De Narváez), y Frente de Izquierda y de los Trabajadores (Pitrola).

Una brillante elección y apoyo electoral confundió a propios y extraños y, apresurada e innecesariamente a mi humilde criterio, lo llevaron a competir en las elecciones Presidenciales de 2015. De no haberse elegido dicho camino, más que probablemente, podrí­a haber sido el candidato de í¢â‚¬Å“todosí¢â‚¬Â en 2019.

Veamos primero cuales son las caracterí­sticas electorales, al menos en la provincia de Buenos Aires, desde un punto de vista meramente estadí­stico. Analicemos, sintéticamente, la aparición y duración de opciones electorales transitorias: el Partido Intransigente (Alende) en 1983/85; Ucede-Conservadores (Alsogaray) 1987/1989; Modin (Rico) 1993/1995; Frente Grande (Solanas) 1993/1995; Acción por la República (Cavallo) 1997; Unidad Bonaerense Paufe (Patti) 1999/2003); Ari-Coalición Cí­vica (Carrií²) 2005/2007; Unión Pro (de Narvaez) 2007/2009; la transitoriedad de una inexplicable Udeso (UCR, De Narvaez) de 2011, y la inserción del progresismo en sus dos variantes (Frente Amplio y Progresismo Cí­vico y Social) de 2011/2013 y, como se ha dicho al principio la elección de medio término de 2013, Frente Renovador (Massa, Sola, Fernandez), Frente para la Victoria (PJ Insaurralde, Di Tulio, Magario) y Frente Progresista (UCR, GEN, Alfonsin, Stolbizer) y la vuelta de tuerca de 2015 con el triunfo deí‚  Cambiemos (PRO,UCR), seguidos por Frente para la Victoria (PJ) y Alianza Una (Partido Renovador) con Sergio Massa como cabeza de lista indiscutido del sector. Digamos que en esta ilustración eran punta de lanza los sectores del PJ y la UCR. Esto ha tenido una fuerte variante, pues el sector que disputaba los primeros puestos electorales, me refiero a la UCR – hoy residual de los postulados Yrigoyenistas – ha quedado deslucidamente mimetizada en el sector de Juntos por el Cambio, aún con los esfuerzos de reavivar una ya olvidada individualidad partidaria.

De todo lo dicho, se desprende que los armados electorales descriptos tuvieron presencia real y efectiva en dos elecciones y luego fueron decayendo hasta desaparecer, por motivos diversos: reticencia electoral de sus propios votantes, retraimiento de algunos dirigentes o sectores originariamente integrantes, mimetización con otras fuerzas, armados o retiros y conformación de otras fuerzas, alianzas o frentes electorales, etc. (esto dicho en forma meramente enunciativa puesto que las variantes han sido por demás imaginativas).

El caudal de votos obtenidos en las PASO de 2017 no eran poca cosaí¢â‚¬Â¦ pero vista la merma comparada con las elecciones de 2013 y 2015 parecí­a que se enfrentaba a la imposibilidad fáctica de que el massismo rompiese í¢â‚¬Å“con el estigma del terceroí¢â‚¬Â y que, inexorablemente como lo demuestra la historia electoral provincial, el tercero se mantuviese solo en dos elecciones sucesivas y pierda todo su poderí­o luego de dos contiendas, cosa que en alguna medida ocurriese con los comicios de 2017
Esto parecerí­a haber pasado con el sector massista dado que a partir de los comicios de 2015 comenzó una declinación notable del caudal electoral. En efecto: en el año 2013 3.484.000 votos, en el año 2015 2.160.00 votos y el año 2017 1.451.000 votos. La reversión de tal declinación era perfectamente factible de sí²lo comparar las elecciones locales de 2013 y 2015 (cosa que no se hizo pero que si fue inteligentemente aprovechado por el sector de Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio).
Los resultados de las PASO y las generales del 2017 fueron inteligentemente evaluadas y, prueba de ello, fue la conformación del í¢â‚¬Å“Frente de Todosí¢â‚¬Â retornando al redil la gran mayorí­a de los que se alejaron del Movimiento Nacional produciendo el triunfo en primera vuelta en los comicios del 2019. Entre ellos del propio Sergio Massa ubicado en la mesa de las decisiones y en la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación con una excelente gestión.

Está claro que el desarrollo de la carrera de Massa ha sido inversamente proporcional. En efecto de 2013 al 2017 fue en sentido descendente (más allá del mérito del apoyo obtenido) y desde el 2019 a la fecha ha sido de menor a mayor, circunstancia esta que lo pone en una inmejorable posición en su ascendente carrera polí­tica.
Necesitará para que ello continúe, indudablemente, una adecuada gestión en el futuro inmediato.

Emilio Augusto Raffo
Experto en Legislación Electoral

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