Con motivo de este 8 de Marzo, reflexión por Paula Caceres para Elecciones Argentinas.
Para quienes circulan por los debates mediáticos del momento no les resultara extraí±o escuchar de feminismo. Esa marea violeta con paí±uelos verdes ya es portada de revistas y agenda obligatoria para cualquier asesor político.
Cuál sea el mensaje que nos hagan llegar nuestros ministerios, nuestros funcionarios y políticos será noticia en las próximas horas, porque hoy #8M no es inocente ninguna imagen ni ninguna palabra para el ojo mediático feminizado.
Una pequeí±a reflexión al respecto, porque en el albor de la movilización no hay tiempo para extender mucho más el análisis. Nuestro Presidente Mauricio Macri explicita que hay mucho aún para recorrer antes de poder celebrar esta fecha, y no se equivoca pues la desigualdad es aún moneda corriente y alarmante. Eso sí, desde el campo de lo electoral, materia propia de este sitio web, podemos decir que resulta aún alarmante la baja participación femenina en los espacios de decisión.
Recién a fines de 2017 se aprobó la paridad de género en cargos electorales, desafío que veremos concretando a partir de las próximas elecciones en 2019. Mientras, la agenda de género se expande, se propaga por todos los rincones y busca fortalecer los debates “femeninos†y construir nuevos espacios de participación, o al menos eso quieren que parezca.
La realidad es que una de las reivindicaciones de hoy, más allá de que se nos deje de decir feliz dia o regalar flores, es comprender el carácter de la lucha y las consignas que llevamos. Cuando cuestionamos la inequidad en los espacios políticos nos debemos con fuerza plantearnos a qué segmento de las femeneidades les allanamos el camino de la representación, y a cuáles no.
Aún como desafío político está la necesidad de que la representación no sea solo parte del segmento representativo del feminismo blanco, sino que logre transparentar el crisol de luchas dentro del movimiento, y con ello apartar el binarismo que habla de Hombres y Mujeres. Resulta peculiar ver como muchos se reían de que con la ley de paridad, sumada a nuestra Ley de Identidad de Género autopercibido (N° 26.743) surgieran más de un candidato con peluca para ocupar un lugar no correspondido, pues bien, la risa no es contagiosa, por que la diversidad no es contemplada en la división de poder y esa postura tiende a la ridiculización de muchas expresiones de género.
Quizás celebremos un “feliz diaâ€, cuando entendamos que en este siglo luchamos no solo por las mujeres cisgénero (cuya auto percepción se vincula al sexo genérico que le asignaron al nacer), blancas o de clase alta, sino también por las lesbianas, por las transexuales y transgénero, por las travestis y todas las identidades vulneradas por el sistema patriarcal. por paridad y variedad en las listas electivas, por una sociedad informada con valores en igualdad, por eso y más, hoy marchamos las identidades feminizadas.