Martí­n Lousteau y un juego de doble nivel: diplomacia y polí­tica doméstica

Martí­n Lousteau renunció a su cargo en la Embajada en Estados Unidos y volvió a la Argentina, trayendo consecuencias para el juego polí­tico en la Ciudad de Buenos Aires. í‚¿Por qué volvió? Tanto factores domésticos como internacionales pueden ayudarnos a comprender la decisión. í‚¿Se reconfigura el tablero polí­tico en la Ciudad?í‚ 

Por Carolina Zaccato y Gonzalo Vronkistinos.

La vasta biblioteca sobre polí­tica exterior nos proporciona una corriente bibliográfica, inaugurada por Robert Putnam (1988)[1], que se propone analizar las decisiones polí­ticas bajo una lente que tiene en cuenta, como mí­nimo, un doble nivel de análisis.

Por un lado, debe observarse el ambiente doméstico, vinculado a todas aquellas cuestiones de la polí­tica local (fuerzas polí­ticas propias y de la oposición, medios de comunicación, la opinión pública, etc). Por el otro lado, debe ampliarse la visión a la arena internacional, haciendo entrar en el juego a interlocutores tales como el resto de los Estados del sistema internacional, así­ como también, dependiendo del asunto que se quiera evaluar, organismos multilaterales, bloques regionales, ONGs internacionales, entre otros.

En muchas ocasiones, se genera una suerte de competencia entre la agenda doméstica y la internacional, y hasta un conflicto de intereses entre ambas, lo que deriva en un dilema de acción para los actores que busquen compatibilizar ambos frentes. Posiblemente, la reciente decisión de Martí­n Lousteau, ex Embajador en Estados Unidos, de renunciar a su cargo represente uno de esos casos de dilema entre los intereses de la agenda internacional y los del plano doméstico. Entonces, tomemos el marco analí­tico de los juegos de doble nivel para analizar la vuelta de Lousteau a Buenos Aires. Veamos.

En primer lugar, analicemos el nivel internacional. Sobre este asunto, la dinámica actual dista mucho del escenario que vio a Martí­n Lousteau asumir su cargo en Washington. Hoy en dí­a, el panorama se muestra menos alentador para que pudiese dejar una fuerte impronta en Washington. Luego del reacercamiento que hemos visto en el último año de Barack Obama, a partir de la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, Argentina apostó a un nuevo mandato demócrata, incluyendo a muchos altos funcionarios apoyando la postulación de Hillary Clinton al Salón Oval. Un apoyo visible a la candidata demócrata terminó siendo un paso en falso cuando la elección demostró ser favorable al republicano Donald Trump. Esta jugada erosionó la imagen del joven embajador.

Argentina apostó a que Hillary Clinton iba a continuar, e incluso profundizar, el estrechamiento de ví­nculos iniciado por Obama. En cambio, tuvo que rediseñar su polí­tica de diálogo hacia Estados Unidos para adaptarse a una nueva administración estadounidense centrada en lo interno y muy reticente a generar nuevos lazos comerciales o de inversión en el extranjero. Donald Trump llega a la Casa Blanca prometiendo enfocarse en el mercado interno y la generación de empleos, denunciando diversos tratados comerciales, a los que ve como una manera en que el resto de los paí­ses í¢â‚¬Å“toman ventajaí¢â‚¬Â de los Estados Unidos. El mismo razonamiento se replica con sus aliados militares, y, en general, con todo el gasto destinado a relaciones exteriores en general (con la única salvedad de aumentar el presupuesto destinada a la lucha contra el terrorismo, en general, y el combate al autodenominado Estado Islámico, en particular).

Con el gobierno de Trump, la mejor estrategia parece ser un perfil bajo, y mantener el trabajo conjunto en temas estratégicos con larga data de cooperación bilateral (como la no proliferación nuclear y la lucha contra el crimen organizado, entre otros) por los canales tradicionales, sin generar mayor revuelo en el resto de los temas de agenda.

Por otro lado, en los últimos dí­as tomó visibilidad pública una supuesta operación de compra de armamento del Estado Argentino a Estados Unidos, en la que Lousteau, por su rol diplomático, emerge como intermediario del Ministerio de Defensa argentino. Aunque se distanció del asunto, tal situación podrí­a ser considerada como un factor más en la ecuación que resultó en la dimisión en su cargo en Estados Unidos.

Con este escenario, el margen de maniobra desde la Embajada en los Estados Unidos se vio profundamente limitado y, con ello, la posibilidad de que Lousteau pudiese proyectar una carrera polí­tica a partir de lo conseguido en Washington se redujo considerablemente. Por su parte, para el gobierno argentino, el impacto de esta salida repentina se hace notar, considerando la recientemente confirmada reunión entre Mauricio Macri y Donald Trump, para fines de este mes. En efecto, el no contar con un Embajador dificultará no solo la programación del encuentro y el armado de los informes previos, si no que será sin dudas un tema que saldrá en la reunión entre los dos presidentes, generando un momento un tanto incómodo para el primer mandatario argentino.

Pasemos ahora al segundo nivel de análisis: el plano interno. Sobre este punto, si analizamos las razones de la dimisión de Lousteau, cabe resaltar una reciente declaración suya, quien en una carta dirigida al Presidente Macri, sostuvo que í¢â‚¬Å“su contribución es mayor en suelo argentinoí¢â‚¬Â. En este sentido, debe resaltarse el deseo de Martí­n Lousteau de competir por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2019. Tal ambición trae consigo un desafí­o para el armado de listas de Cambiemos para las PASO en la Ciudad. Vale la pena remontarse un instante al escenario electoral de 2015, en el que el armado de ECO dejó a Lousteau muy cerca de quedarse con el cargo en la Capital Federal en la segunda vuelta, frente a Horacio Rodrí­guez Larreta. Con este antecedente, se abren interrogantes sobre cómo se estructurará el espacio de Cambiemos en la Ciudad y, en el caso de que Lousteau tome la decisión de competir, dentro de qué coalición electoral lo hará.

Habiendo delineado el panorama externo e interno en el que Martí­n Lousteau tomó la decisión de renunciar a su cargo para volver de lleno al escenario polí­tico argentino, analicemos las ventajas y desventajas que podrí­a generar dicha decisión para Cambiemos y para el PRO en particular.

í‚¿Por dónde competirá, si decide hacerlo, Lousteau en CABA? Si corre por dentro, es muy probable que su candidatura torne más competitivo a Cambiemos en la capital, engrosando su caudal electoral. No obstante, existe un claro riesgo de que el PRO, como base de Cambiemos, pierda la elección en su distrito madre, frente a una facción interna. De este modo, una eventual derrota en la Ciudad de Buenos Aires les significarí­a un tropiezo. Si corre por fuera, será un reto electoral para el PRO, dado que aumentarí­a la oferta de candidatos opositores atractivos. Incluso, una escisión de Lousteau y la estructura que lo sostiene, de base radical, puede traer repercusión en el resto del armado polí­tico nacional de Cambiemos. Ciertamente, una victoria de Martí­n Lousteau en la interna de Cambiemos, o peor aún para el PRO, un triunfo con su sello ECO, dejarí­an al ex ministro de Economí­a en las puertas de la Jefatura de Gobierno.

Este es el desafí­o que examina el partido liderado por el Presidente, que busca algún candidato que pueda ser competitivo frente al economista de rulos. Cabe resaltar que este nuevo frente interno en CABA surge 15 meses después de que el Presidente haya resuelto enviar a Lousteau a la Embajada, resolviendo algunos problemas. Primero, habí­a logrado llevar a Washington a un cuadro con visibilidad y reputación, mostrando un cierto grado de apertura í¢â‚¬â€œdado que habí­a sido opositor suyo en su propio bastión-. Además, presentaba una figura capaz de atraer inversiones y, lo más importante para nuestro análisis, detení­a la construcción de un armado atractivo que compita con el PRO en Buenos Aires.

Volviendo al propio Lousteau, su equilibrio polí­tico debe ser fino. Según datos que la consultora IPSOS publicó en su Twitter, un 34% de los 1001 entrevistados tiene una imagen positiva del ex Ministro de Economí­a de Cristina Kirchner. Por otra parte, un 35% tiene una imagen negativa, mientras que un 32% no lo conoce o no sabe. Sin embargo, lo más relevante parece ser que si miramos solo a quienes apoyan o aprueban la gestión presidencial de Mauricio Macri, un 46% de este conjunto tiene una imagen buena de Lousteau. En pocas palabras, la imagen positiva de Lousteau se sustenta principalmente entre quienes apoyan al gobierno. Lo mismo repite una encuesta de la Consultora Analogí­as que publicó Clarí­n el 6 de abril[2]. Si bien se destaca una mayor imagen positiva que la que señala IPSOS, el análisis coincide en marcar que Lousteau atrae al segmento del electorado que apoya a Macri e incluso a Rodrí­guez Larreta. Siguiendo estos datos, la suerte de Martí­n Lousteau estarí­a ligada con la de Mauricio Macri. En este sentido, vale preguntarse: Si corre por fuera, í‚¿Cómo logrará seducir a sus potenciales votantes que, aparentemente, simpatizan en su mayorí­a con el Presidente y el Jefe de Gobierno? Y si corre por dentro de Cambiemos í‚¿hasta dónde puede diferenciarse para triunfar en la interna y luego ganar en la elección general? Cabe señalar que esta pregunta no solo se la harí­a Lousteau, sino muchos posibles candidatos en múltiples distritos.

En suma, frente a un panorama internacional ralentizado y con poco margen de acción, y con la visión de una candidatura fuerte en el plano interno; Martí­n Lousteau decidió volver a la polí­tica local y jugarse de lleno para ganar en 2019 uno de los distritos claves del paí­s, que es además la cuna del partido creado por el Presidente: la Ciudad de Buenos Aires. De esta manera, puede afirmarse que la competencia en la Ciudad de cara al 2019 presentará profundos desafí­os para Cambiemos, y para el PRO en particular. Mantener el apoyo del bastión en el que gestó su carrera polí­tica es de vital importancia para Mauricio Macri, no solo por el tamaño poblacional del distrito, sino también por ser la base histórica desde la cual se lanzó lo que hoy es Cambiemos. Restará ver si, en un futuro, el Presidente tenga que recurrir a una frase que utilizara su antecesora (por otros motivos, está claro) en el cargo: í¢â‚¬Å“Si me va mal, miren hacia el Norteí¢â‚¬Â. De allí­, quizás, haya llegado su desafí­o en la Ciudad de Buenos Aires.

 

 

[1] Putnam, R. (1988). Diplomacy and domestic politics: The logic of the two level games. International Organization 42 (3), 427-460

[2] https://www.clarin.com/politica/martin-lousteau-candidato-encuesta-empujo-operativo-desgaste_0_Hy8ZXDM6x.html

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