Efectos de la reforma constitucional de 1994 y la eliminación del Colegio Electoral. El peso de los distritos clave.
Un mapa electoral explica la estrategia oficial
Si se dominan los distritos donde se concentra el voto, se ganan las elecciones. Los números muestran que la mayoría oficial en los más grandes explica el enfoque del Frente para la Victoria.
Página 12
Por Raúl Kollmann
Treinta y ocho de cada cien votos positivos de las elecciones se colocan en las urnas de la provincia de Buenos Aires. Sólo La Matanza suma más votos que toda la Patagonia y constituye por sí mismo el octavo distrito del país. Haciendo un cálculo supuestamente conservador de los votos de Cristina Kirchnerí¢â‚¬â€œJulio Cobos en el distrito bonaerense, el oficialismo ya conseguiría allí casi la mitad de lo que necesita para que no hubiera ballottage. Con cálculos igualmente conservadores en Capital, Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Mendoza y los distritos que suman el 84 por ciento del total de votos, la fórmula oficialista alcanzaría sin esfuerzo í¢â‚¬â€œpor lo menos hasta el momentoí¢â‚¬â€œ el 45 por ciento de los votos. Es más, si sólo uno de cada cuatro indecisos se inclinara por la fórmula Cristina-Cobos, les bastaría para llegar al 46 por ciento y si se tiene en cuenta un cálculo considerado igualmente conservador, que los indecisos se inclinaran, uno para el oficialismo y dos para la oposición, la senadora y el gobernador se arrimarían al 48 por ciento.
Este diario realizó un análisis más estructural del voto sobre la base de los datos de la consultora Equis, que lidera Artemio López. La base del trabajo es una evaluación del peso real de cada distrito en la votación total. Para ello se tomó en cuenta el presentismo en cada distrito y se descartaron los sufragios en blanco y nulos que se verificaron en la elección de 2003, el último comicio presidencial realizado en la Argentina. Como se sabe, los dos requisitos para que no haya ballottage í¢â‚¬â€œque la fórmula ganadora saque más del 45 por ciento de los votos o que consiga más del 40 con diez puntos de diferencia respecto del segundoí¢â‚¬â€œ se calculan sobre la base de los votos válidos, o sea descontados los blancos y nulos. En la formulación que realiza Equis se usaron las últimas encuestas realizadas por la consultora, pero incorporando siempre variantes consideradas por López como conservadoras para el caudal oficialista.
Artemio López ideó un mapa que refleja el peso electoral de cada distrito en el total nacional. La imagen exhibe una provincia de Buenos Aires gigantesca, cuya extensión figurada abarca más espacio que la sumatoria de muchísimos distritos. En el marco de ese monstruo, el Gran Buenos Aires por sí solo acumula el 23 por ciento de todos los votos del país y el interior bonaerense el 15. Una votación del 49 por ciento en el conurbano y del 35 en el interior ya le permitirían a Cristina-Cobos sumar 17 puntos reales como base de su cosecha.
Debe considerarse que el peso del Gran Buenos Aires equivale a la suma de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa, San Luis, San Juan, La Rioja, Santiago del Estero, Catamarca, Jujuy, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Salta. O sea que una parte del distrito bonaerense, el conurbano, pesa igual que 17 provincias. Eso explica gran parte del favoritismo de la fórmula del Frente para la Victoria.
La Capital Federal tiene un diez por ciento de peso electoral, con lo que si la fórmula oficialista consigue un tercio, ya suma tres puntos más. Córdoba y Santa Fe suman cada uno el nueve por ciento del electorado y Mendoza y Tucumán otro ocho por ciento. Encuestas conservadoras en los cuatro territorios le permitirían adicionar otros diez puntos. O sea que en seis de los distritos más populosos, la fórmula oficialista llegaría a los 30 puntos netos, sin incorporar en ese total a los indecisos que existen.
A este cuadro de situación falta agregarle provincias donde Cristina-Cobos consiguen altas votaciones, pero aun si se computan porcentajes modestos, el total de la cosecha llega í¢â‚¬â€œsegún Equisí¢â‚¬â€œ al 41 por ciento de los votos, con Elisa Carrió en segundo lugar y Roberto Lavagna tercero, ambos en menos de 15 puntos.
Quedan entonces por asignar los indecisos. Si se produce un hecho imposible, que ninguno de los que no saben/no contestan se inclinen por Cristina-Cobos, y van todos a uno solo de los candidatos de oposición, tampoco habría ballottage. Sería 41 a 29, con lo que la candidata sería presidenta porque habría superado el 40 por ciento, con más de diez puntos de ventaja sobre el segundo.
u Si se toma en cuenta un cálculo muy desfavorable para el oficialismo, un indeciso para Cristina y tres para la oposición, la senadora llegaría al 46.
u Si se utiliza un cálculo basado en la imagen que los indecisos tienen sobre la candidata y los opositores í¢â‚¬â€œpor cada voto para el Frente para la Victoria, dos irían para las demás variantesí¢â‚¬â€œ, llegaría al 47.
u Y si se usa el método habitual de proyectar indecisos que es aplicarles a los no sabe/no contesta las mismas proporciones de los decididos, la fórmula oficialista conseguiría el 49,5, o sea que estaría a un paso del 50 por ciento.
El enorme peso del conurbano bonaerense í¢â‚¬â€œequivalente a 17 provinciasí¢â‚¬â€œ deja planteado que es casi imposible ganar una elección sin lograr una alta performance en el Gran Buenos Aires. Y, lo que tal vez sea más importante, allí está la proporción más alta de sectores de bajos recursos. La oposición necesita poner un pie allí y hasta el momento ni Carrió ni Lavagna lo logran.