En una nota escrita para Yahoo Argentina el Director del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría, Dr. Rosendo Fraga, se refiere a las razones que configuran una elección con bajo interés por parte de la ciudadanía.
Una campaña sin interés de los votantes
Dr. Rosendo Fraga –
Viernes 12 de octubre
Yahoo Argentina
A dos semanas de las elecciones, no se registra interés de los votantes por la elección. Poca publicidad, escasa presencia de candidatos y debate en los medios audiovisuales, pocos actos y no se ven como en las elecciones anteriores, mesas en las esquinas de los partidos para distribuir volantes, convencer votantes y captar fiscales para controlar los comicios.
No sólo es la elección con menos entusiasmo y calor popular desde que se reestableció la democracia en 1983, sino que parece la menos motivante desde que comenzó en 1916 el voto universal, secreto y obligatorio.
Son varias las posibles causas de este fenómeno.
Una es que la democracia se va convirtiendo en rutina y, en consecuencia, han dejado de ser novedad; la segunda es que los partidos políticos están en crisis de representación y la falta de interés que demuestra la gente se vincula a la su falta de representatividad; la tercera sería que se trata de una elección con baja incertidumbre y ello genera menor interés que en otras oportunidades en las cuales existió una verdadera puja.
La rutinización de la democracia resulta inevitable y también sucede en las democracias estables. La primera elección presidencial del reestablecimiento de la democracia tenía un sentido de gesta épica, que un cuarto de siglo después se ha ido perdiendo.
Alfonsín gana con la consigna de que «con la democracia se come, se educa y se cura» y la mayoría de los votantes creían en ello.
Las sucesivas crisis y el fracaso de la democracia en lograr una mejora del promedio de calidad de vida de la gente -fenómeno general en América Latina- ha ido generando un votante más escéptico. Este ya no cree que uno u otro resultado electoral vaya a cambiar sustancialmente su vida cotidiana.
Se trata de un fenómeno negativo en términos cívicos, pero que también tiene su faz positiva en el sentido de que para la sociedad, por primera vez en su historia, la democracia ha pasado a ser lo normal, un dato incorporado.
Otra es que la crisis de los partidos políticos, que son los grandes actores en las elecciones y quienes deben organizar y canalizar las aspiraciones de la sociedad.
La última vez que el peronismo realizó internas para elegir fórmula presidencial fue en 1988, cuando Menem le ganó a Cafiero y el radicalismo en 1982, cuando Alfonsín le ganó a De la Rúa, aunque en 1998 la Alianza las utilizó para elegir el candidato presidencial entre éste último y Graciela Fernández Meijide.
La UCR sigue siendo un partido, pero ha dejado de ser una fuerza política, ya que en la última elección presidencial no llegó al 3% de los votos y ha perdido el control sobre cuatro quintas partes de sus gobernadores e intendentes. A su vez, el PJ ha dejado de funcionar como partido. La última vez que reunió su congreso partidario fue en marzo de 2004 y se encuentra intervenido desde entonces. Sin embargo, sigue siendo una poderosa fuerza política, que alinea a una amplia mayoría de los gobernadores y los intendentes del país y a los sindicatos.
Ya en 2001 el llamado «voto bronca» con el record de sufragios negativos y el «que se vayan todos» del 2002, mostraron la crisis de representatividad que subyacía en las estructuras políticas tradicionales que estaban agonizantes.
La tercera explicación al fenómeno, es la baja competencia electoral.
El oficialismo tiene a su favor tres ventajas políticas objetivas, que analizaos la semana pasada: el sistema electoral, que le permite ganar en primera vuelta con solo el 40% de los votos si tiene 10 puntos de ventaja sobre el segundo; la oposición más dividida de la historia argentina y el apoyo de 20 de 24 gobernadores en ejercicio, el del 80% de los aproximadamente 1200 intendentes de todo el país la totalidad de los del Gran Buenos Aires.
Esta baja competencia hace que en el oficialismo se pierda el entusiasmo militante y en la oposición la sensación de que, pese a los esfuerzos, es muy difícil poder ganar, aunque nunca hay que olvidar que la política suele ser una sucesión de imprevistos.
La falta de entusiasmo, participación y calor popular, no afectan la legalidad de un triunfo electoral, pero si en el futuro el gobierno enfrenta problemas, la sociedad puede desentenderse de él, como en otras oportunidades ya sucedió en la Argentina.
Rosendo Fraga
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.