6 de Julio de 2007
Si se habla del «rol de la mujer en…» puede ser muy amplia la variedad de tópicos para completar la frase, como política, poder, trabajo, etc. Puntualmente nos interesa el momento histórico actual en el cual la flamante gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, se convirtió en la primera mandataria provincial electa. A esto, se suma la pelea renovada que puede dar Elisa Carrió en octubre y la candidatura para esos comicios de Cristina Fernández de Kirchner, con amplias posibilidades de ganar la contienda. Decimos esto porque, si bien varias mujeres en distintas oportunidades fueron o son candidatas, probablemente nunca se avecinó un panorama tan favorable como el de la actual primera dama.
El peligro es caer en pensamientos trillados, divisiones facilistas (que no son tales) como el binomio feminismo-machismo, o lo que es peor: olvidar el contexto de política global. «No se puede analizar el asunto sólo por género, sino también por orientaciones políticas y conductas. El caso de Condolezza Rice parece muy significativo: una doble carga histórica de opresión -como mujer y como negra- y sin embargo no representa para nada lo que se esperaría de estos sectores», le dijo a Clarín.com la socióloga Alcira Argumedo.
Desde la psicología social, por su parte, Lía Wolfus aseguró que no es un mito que el papel de la mujer haya cambiado. «El fenómeno de los ascensos en puestos políticos se lo podría encarar desde los cambios que significa la globalización y la formación de la familia, junto con el papel de la mujer. Históricamente el hombre era proveedor y la mujer contenedora. Desde la prehistoria, el hombre salía a cazar y la mujer se quedaba en la cueva», aseguró.
Esta disciplina propone una ‘función madre’ (lo contenedor, lo afectivo) y una ‘función padre’ (la ley y el orden: las normas) en la trama social. Así, se pregunta qué pasa en nuestra sociedad teniendo como presidenta o gobernadora a una mujer: «Se tendería a pensar que todo es más rosa, con más puntillas», ironizó Wolfus, y dijo que «sin embargo, la candidata tiene la posibilidad de ser una mezcla, un equilibrio entre las dos funciones. En nuestro país todavía existen muchas mujeres que están tradicionalmente sentadas en la casa. Se me ocurre que sería un modelo, incluso para generaciones intermedias».
Ahora, í‚¿qué significa para el varón? En el caso de la actual senadora, la psicóloga opina que tendría muchas connotaciones. «Seguramente tendrá muchos varones y mujeres que la voten, pero también habría muchos hombres que no la votarán, porque conciente e inconcientemente, es mujer. Una mujer que avance tanto, implicaría a un hombre que retrocede». Por su parte, Argumedo aseveró: «No creo que el hecho de que sea mujer imponga una situación especialmente dificultosa o especialmente favorable a la hora de gobernar».
Seguramente habrá chistes a la orden del día, así como las dudas sobre una campaña sucia, o las críticas y las adhesiones. Con Tierra del Fuego la historia ya se escribió y en las nacionales hay algo que suena paradójico: a fin de año la primera dama podrá convertirse en la primera mujer electa presidente en la Argentina y relegar al actual presidente al rol de í‚¿?…. Bueno, sentimos deber las palabras pero -por ahora- no hay título para tal cargo, aunque el propio Kirchner, cuando aún estaba la incógnita sobre el pingí¼ino o pingí¼ina, dijera en alguna oportunidad que iba a volver a una ciudad del interior como «primera dama».