Analí²gico o digital, el Congreso puede funcionar

Desde que el Poder Ejecutivoí‚  decretí² el aislamiento social, preventivo y obligatorio con motivo de la pandemia por coronavirus, fue el único de los tres poderes del Estado que continuó ejerciendo su rol institucional con relativa normalidad. La Corte Suprema de Justicia de la Nacií²n, en sintoní¬a con el í¹ltimo DNU publicado, extendió la feria extraordinaria hasta el 10 de mayo, por lo que el acceso al servicio de Justicia se encuentra limitado.

Y el Poder Legislativo?

Luego de las idas y vueltas que incluyeron un pedido de declaracií²n de certeza a la la CSJN, aí¹n hay posiciones encontradas sobre si es necesaria la reforma de los reglamentos de cada cí mara para poder realizar las sesiones de forma virtual, incluso en Diputados algunos jefes de bloques insisten con realizar reuniones presenciales tomando todos los recaudos necesarios, respetando las medidas de distanciamiento social impuestas por la emergencia sanitaria.
Mientras Argentina decidió poner en cuarentena al Poder Legislativo, qué hicieron otros paí­ses con sus Parlamentos?
Para responder esta pregunta, compartimos a continuacií²n el ultimo articulo de Julia Pomares, Andres Malamud y Juan Manuel Abal Medina, donde repasan el funcionamiento de los Congresos en distintas partes del mundo, la incorporación de tecnologí­a para facilitar su funcionamiento en este contexto y la importancia de mantenerse activos por el rol institucional que desempeñan en nuestras democracias.

Analógico o digital, el Congreso puede funcionar
Por Julia Pomares, Andres Malamud y Juan Manuel Abal Medina para La Nacion*

No es cierto que el parlamento británico haya sesionado durante la pandemia. La de 1349, queremos decir. Porque la semana pasada, la legislatura más antigua y tradicional del mundo aprobó una propuesta de «parlamento virtual»: con 50 diputados en el recinto respetando la distancia social, otros 120 se unieron ví­a Zoom y los demás siguieron la sesión de preguntas al gobierno desde el portal oficialí‚ .

«El PSD no es oposición, es colaboración», declaró Rui Rio, el lí­der de la opos… de la colaboración en Portugal. Lo hizo en una sesión parlamentaria de mediados de marzo. La semana siguiente se retiró del recinto en protesta contra sus compañeros de bloque, que superaban el número acordado con los demás partidos para asistir a la sesión.í‚ Las democracias europeas enfrentan amenazas y a veces salen derrotadas, claro. Pero mientras viven, no cierran por guerra ni por pandemia. Menos aún cuando la tecnologí­a las apoya.

En América, con paí­ses más extensos y casi siempre presidencialistas, la situación es distinta: la mayorí­a de los congresos redujo su accionar. Paulatinamente retomaron su funcionamiento, o de manera virtual o con mecanismos de distanciamiento social y reducción de los participantes. Varios comenzaron como el nuestro: con el funcionamiento de comisiones a distancia y sin capacidad decisoria, citando a funcionarios del gobierno por temas relacionados con la emergencia. Pero algunos avanzaron mucho más, llegando a sesionar y sancionar leyes de manera virtual como Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú.

Canadáí‚ optó por un sistema mixto de sesiones presenciales y remotas. Ení‚ Colombiaí‚ , tanto las comisiones como el pleno funcionan de manera virtual, pero aún no lograron aprobar la normativa para votar. El congreso deí‚ Méxicoí‚ funciona virtualmente en comisiones y sin dictaminar, como el nuestro, pero se reunió de manera presencial para tratar una propuesta de ley vinculada a la emergencia.

Los congresos de Bolivia, Uruguay y gran parte de los centroamericanos funcionan de manera presencial con medidas de distanciamiento socialí‚ . Incluso el congreso más antiguo del continente, el de los Estados Unidos, después de algunas semanas de inactividad volvió a funcionar de manera presencial para tratar un paquete de ayudas propuesto por el Ejecutivo, y ahora discute si sesiona de manera remota.

En sí­ntesis,í‚ los congresos americanos están despertándose y la tendencia es incorporar tecnologí­a para funcionar de manera remotaí‚ .

Donde hay una necesidad, hay un derecho y una app. El pueblo tiene derecho a ser representado, sus representantes tienen la obligación de trabajar y hay herramientas que lo permiten. Que se pueda legislar desde casa no significa que no haya desafí­os. Como señalan Carolina Tchintian, Marí­a Belén Abdala e Iván Seira en un estudio reciente de CIPPECí‚ , existen desafí­os técnicos:í‚ garantizar la conectividad y estabilidad del sistema y asegurar la identidad de los legisladores son los más importantesí‚ . Pero como en todo cambio tecnológico, la confianza (subjetiva) es tan importante como la seguridad (objetiva), porque impacta en la legitimidad del sistema.í‚ Sin integridad y transparencia del proceso, el remedio será peor que la enfermedadí‚ . El congreso remoto también acarreará transformaciones en las prácticas polí­ticas: í‚¿cómo será la negociación de votaciones en particular sin conversar en un costado? í‚¿Cómo serán los cuartos intermedios en zooms paralelos? Solo podemos anticipar que el procedimiento deberá adaptarse al procedimiento de cada cámara. í‚¡Y que la rosca virtual seguirá alimentando el uso de WhatsApp en la polí­tica argentina! Resulta difí­cil imaginar horas y horas de sesión virtual, aunque serí­a una gran oportunidad para modificar los reglamentos en aspectos que optimicen el uso del tiempo. Por ejemplo, las reglas de uso de la palabra o las mociones de privilegio. Así­ como el teletrabajo durante la cuarentena traerá cambios duraderos, lo mismo imaginamos para la actividad legislativa.

La democracia es un sistema eficaz, pero no necesariamente eficiente. La eficiencia es la capacidad de obtener resultados con menor gasto, y eso no siempre es bueno. í‚¿Cómo puede ser malo gastar menos, se preguntarán?.

Es que, a veces, lo barato sale caro: un Poder Ejecutivo que resuelve solo es más rápido y se ahorra un congreso. Sin embargo, gobiernos sin frenos y contrapesos acaban mal.í‚ 

Las autocracias vienen con fecha de vencimiento; las democracias, no. La paradoja democrática es durar debido a la redundancia, no a la eficiencia: duplicar las lecturas, enlentecer los procesos, reforzar los controles. Eso la torna resiliente y, a largo plazo, menos costosa que sus alternativas. Puede fallar, claro; pero la autocracia está condenada a fallar.

La Constitución argentina establece tres poderes. Hoy, uno está trabajando, y los otros, en cuarentena. La democracia exige que consideremos a sus miembros como trabajadores esenciales.í‚ Como vimos, hay herramientas tecnológicas o de distanciamiento social para que nuestro congreso pueda funcionar. Solo falta sentarse en una mesa (virtual o no) y ponerse de acuerdo, como hicieron los demás paí­ses de la región.

Señoras y señores representantes, la democracia los necesita. Es hora de acordar y sesionar.

*Julia Pomares es directora ejecutiva del Centro de Implementación de Polí­ticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC); Juan Manuel Abal Medina es profesor titular en la Universidad de Buenos Aires y Andrés Malamud es investigador principal en la Universidad de Lisboa

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