Dialogando con Elecciones Argentinas, el reconocido experto en comunicación política advirtió sobre los riesgos que significa para todo mandatario implementar un exceso de pragmatismo. Asimismo, sostuvo la necesidad de unificar plataformas digitales y medios convencionales.
Elecciones Argentinas. Inicialmente, observemos el ámbito externo. Donald Trump (EE.UU.), Marine Le Pen (Francia) y Nigel Farage (Reino Unido) enuncian un discurso cuyo eje es el descontento ciudadano ante la dirigencia tradicional. Si bien los tres políticos expresan ideas mediante un lenguaje calificado como xenófobo y misógino, las palabras que utilizan captan el sentimiento mayoritario de la sociedad, y de ahí sus buenos resultados electorales. Frente a dicho panorama, ¿entiende que el mundo gira hacia un paradigma comunicativo basado en el enojo por el presente antes que las promesas de buen futuro?
Mario Riorda. Desde el hecho empírico de que las campaí±as son mucho más negativas que positivas —algo tomado como una característica de la americanización comunicacional, cuando en realidad América Latina evidencia tal fenómeno hace rato—, y atendiendo el modo en que los medios cubren y diseminan la información política durante las elecciones, se fue gestando una «teoría del malestar» que produce desafección ciudadana; apatía política, desinterés y cinismo entre los votantes. El enojo es siempre la materia prima de las campaí±as negativas. Ahora bien, lo que en otras circunstancias constituiría un “sincericidioâ€, en estos casos despertó concepciones que anteriormente hubiesen recibido sanciones morales y sociales, aun siendo pensadas. Trump, Le Pen y Farage pusieron en agenda temas que creíamos silenciados en el siglo XXI.
EA. Días atrás, usted indicó que la nueva representación se encamina hacia movimientos, ya no partidos. Asimismo, en el libro Comunicación gubernamental en acción (editado junto a Omar Rincón y publicado por Editorial Biblos), indica que “[l]os héroes no tienen que decir la verdad; deben actuar un personaje que sea verosímil para el pueblo, un héroe reconocible y en una lucha comprensibleâ€. Tal situación puede llevar a la predominancia del pragmatismo, dado que los líderes están únicamente atados al vaivén de la opinión pública, sin importar las ideologías. Como un momento así resulta incoherente con el diseí±o de un proyecto de país a largo plazo, ¿equivale esto a un retroceso de nuestros regímenes políticos?

MR. No creo que el movimientismo ni el hiperpersonalismo sean retrocesos, sino consecuencias de un sistema de representación colapsado que rige en Estados igual de colapsados. Pero el pragmatismo no es daí±ino siempre que haya un rumbo que lo guíe y acompaí±e a un mito de Gobierno. El problema surge cuando el exceso de pragmatismo se transforma en una radicalización del experimentalismo, corriendo el riesgo de confundirse con una ideología del poder sin rumbo.
EA. Volviendo al triunfo de Trump como presidente, la administración de Mauricio Macri se halló ante una incómoda realidad ya que había puesto todas sus fichas al triunfo de la candidata demócrata. Este ejemplo, sumado a la desmentida negociación con Gran Bretaí±a respecto la soberanía de las Islas Malvinas, o bien las actitudes contradictorias tomadas en torno a la crisis política venezolana, impiden definir un certero patrón de conducta vinculado a asuntos diplomáticos. ¿Considera que la falta de una narrativa lineal dificulta el trabajo de la diplomacia?
MR. Aquí y en otros lugares marcados por la extrema conectividad y sistemas de medios sumamente abarcativos, ya dejó de existir una barrera clara de diferenciación entre actividad diplomática y comunicación pública. No considero que en política internacional haya falta de narrativa sobre todos los casos mencionados. Más bien se hicieron públicas narrativas vinculadas a errores generados por la ansiedad, la inexperiencia o la picardía de buscar buenas noticias justamente donde faltan.
EA. A nivel interno, Cambiemos se vale de nuevas formas de comunicación, dejando atrás la cadena nacional fuertemente utilizada durante la gestión de Cristina Kirchner. Sin embargo, una estrategia basada en herramientas como Facebook, Twitter e Instagram es exitosa en tanto la sociedad cuenta con acceso a computadoras y teléfonos celulares, así como presta verdadera atención a los mensajes publicados en nuevas plataformas. Desde su óptica, ¿hace bien el Gobierno rechazando los modos tradicionales de llegada a la ciudadanía?
MR. En todo caso, sólo al inicio el oficialismo priorizó a los medios digitales. Existe el desafío de pensar la comunicación de un modo convergente, integrando medios digitales y convencionales. La preferencia del Gobierno hacia las nuevas plataformas no implica desdén hacia el peso del conjunto mediático interrelacionado. Si la política y la sociedad constituyen una mezcla de innovación y tradicionalismo, los medios que impactan en ella deberían seguir ese patrón. Macri y sus funcionarios entienden bien esta idea.