Las elecciones del domingo 27 de octubre marcan el inicio del camino hacia la sucesión de Cristina Fernández de Kirchner. Los resultados no la han dejado debilitada, tampoco salió fortalecida, pero sí disipan la posibilidad de una modificación constitucional que permita un nuevo mandato de CFK y con ello se abre el juego para la disputa por la sucesión presidencial. Por Javier Tejerizo.
La buena noticia para el Frente para la Victoria es que hay un grupo grande de Gobernadores, Intendentes y dirigentes políticos que han demostrado un fuerte interés en mantener la organización creada por los Kirchner y las lealtades que aglutina. La mala noticia es que la Casa Rosada no elegirá quien será el heredero.
En este sentido, el experimento de Insaurralde marca un antes y un después en muchos aspectos, en primer lugar demuestra la imposibilidad de crear candidatos de la noche a la maí±ana; segundo, el capital político de la Presidenta no será fácilmente transferible; tercero, el propio candidato (en este caso Insaurralde) acusa los dos primeros aspectos y termina despegándose de Cristina.
Este tercer punto, que no es menor, se ha visto posibilitado en gran medida gracias a la autonomía que han obtenido los subsistemas internos del FpV, en particular los intendentes bonaerenses, al extremo de haber permitido el crecimiento y lanzamiento independiente de Massa.
Parafraseando a Panebianco (1982), en el PJ ahora se abrirá un proceso de constitución de un nuevo liderazgo que será complejo debido a la existencia de muchos líderes locales (Scioli, Urribarri, Massa, De la Sota, etc.), cada uno con un importante grado de autonomía y control de agrupaciones propias, que aspiran al liderazgo nacional.
Esta puja seguramente resultará en varias candidaturas presidenciales peronistas para el 2015, siendo una de éstas bajo la órbita del FpV, una base potencial de 30% de votos nacionales no es algo que se puede desdeí±ar, pero no necesariamente por decisión de Cristina.
Muy bueno tu artículo.