La era CFK: Juan Eugenio Corradi

Argentina Elections realiza una encuesta a diversos académicos sobre los recientes comicios nacionales y la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Presentamos hoy la entrevista a Juan Eugenio Corradi.Por Hugo Passarello Luna


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La era CFK
Con el objeto de proveer una perspectiva académica en vistas de los resultados de las elecciones de Octubre de 2007, Argentina Elections envió una encuesta (1) a reconocidos especialistas polí­ticos en Argentina. El cuestionario giró en torno a tres ejes: el sistema electoral y polí­tico en vistas de las últimas elecciones, el sistema partidario argentino y la futura gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Participan en esta serie de entrevistas varios expertos de universidades y centros de estudios tanto de Argentina como de otros paí­ses. En esta oportunidad les presentamos la entrevista al Dr. Juan Eugenio Corradi.
En las próximas semanas compartiremos las respuestas de otros entrevistados.
Serie anterior: Sobre el significado y relevancia historia y polí­tica de las elecciones de Octubre de 2004 Argentine Elections realizó una serie similar en el perí­odo previo a las elecciones nacionales del 28 de octubre del 2007. Del mismo participaron reconocidos polí­ticos y especialistas en Argentina, tanto del exterior como del paí­s.Puede ver esa serie accediendo a este enlace
(1) Entendemos como encuesta, “un conjunto de preguntas tipificadas dirigidas a una muestra representativa, para averiguar estados de opinión o diversas cuestiones de hecho.” (Real Academia Espaí±ola)
Juan Eugenio Corradi
Juan Eugenio Corradi. Profesor titular de sociologí­a en la New York University, donde también fue decano de la Escuela de Posgrado. Docente e investigador en varios paí­ses (Argentina, EE.UU., Canadá, Francia e Italia). Autor de numerosos artí­culos y libros en varios idiomas, sobre polí­tica, cultura y desarrollo. Actual presidente de South-North Development Initiative de Nueva York y co-editor de la revista virtual Opinión Sur en Buenos Aires. Su último libro en espaí±ol se titula Los hilos del desorden. Primeras trayectorias geopolí­ticas del siglo XXI. Su deporte principal es la navegación a vela oceánica. Website personal www.juancorradi.com.ar
Sistema Electoral y Polí­tico
Estas últimas elecciones recibieron el voto del 71.81% del electorado (alrededor de 7 millones de personas no se presentaron a votar). Este es el porcentaje más bajo desde el retorno de la democracia en 1983. Asimismo, hubo una enorme deserción de los ciudadanos llamados a ser autoridades de mesa. Y el dí­a mismo de los comicios demostró ser un desafí­o logí­stico obligando a muchos ciudadanos a esperar horas para poder votar.
En vistas de estos sucesos, ¿Qué cambios cree necesita el sistema electoral y polí­tico para encarar este nuevo escenario?

En vistas de estos sucesos, ¿Qué cambios cree necesita el sistema electoral y polí­tico para encarar este nuevo escenario?
El ausentismo electoral y la apatí­a del electorado son fenómenos universales. En Argentina el fenómeno se repite a pesar de la obligatoriedad del voto. El sistema de dos vueltas (ballotage) estimula a veces el ausentismo. Las explicaciones son muchas, pero todas giran en torno a la percepción de la polí­tica nacional como algo muy distante del ciudadano común y un proceso sujeto a manipulaciones y cuantiosas sumas de dinero que están fuera del alcance y del control del ciudadano común. El ausentismo aumenta cuando las opciones son confusas o cuando el resultado final se da por «descontado.» En casos particulares, como la Ciudad de Buenos Aires, que paso por un proceso electoral poco antes de las elecciones nacionales, se da a veces una «fatiga electoral», sobre todo a nivel de los funcionarios de mesa. En otros paí­ses, a veces el «desafí­o logí­stico» (sobre todo en localidades del interior) es parte de la manipulación del voto (semi-fraude) que practican algunos gobiernos. Este fenómeno tiene distintas versiones locales, y se ha constatado hasta en democracias maduras fuertemente institucionalizadas, como en ciertos estados de los Estados Unidos. A mi juicio, los principales cambios que pueden revertir un poco esta tendencia a la deserción electoral son la re-estructuración de los partidos o coaliciones en forma más clara y contrastante para dar al electorado una verdadera opción viable (situación que no es la de la Argentina actual, donde hay un «semi-partido» hegemónico y una oposición dispersa e impotente). El segundo cambio necesario es conseguir una mayor descentralización polí­tica y de gobierno, dando más poderes a las regiones, las provincias y las municipalidades. Es allí­ donde, aún hoy, se perciben nuevas iniciativas y una forma de hacer polí­tica más sana (seí±alo el caso de Rosario en Santa Fé). Hoy hay sólo 5 gobernadores no alineados (Neuquén, Tierra del Fuego, San Luis, Santa Fe, y Capital Federal), pero en algunos de estos pocos se vislumbra una posible alternativa de poder nacional (Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Santa Fé).
Partidos Polí­ticos
Los comicios del 28 de octubre del 2007 mostraron un escenario donde las alianzas partidarias fueron la regla. Ninguno de los dos tradicionales partidos (la Unión Cí­vica Radical y el Partido Justicialista) se presentaron como tales sino junto a diversas alianzas. ¿Cómo observa el futuro del sistema partidario en Argentina?
En efecto: por primera vez en la historia, el radicalismo no presentó candidato a la presidencia del paí­s. Y los afiliados al PJ que se presentaron (CFK, Rodrí­guez Saa y Lavagna) lo hicieron bajo otras rúbricas. Me viene en mente al respecto los polí­ticos italianos comunistas que hoy se han reciclado.
El tradicional bi-partidismo argentino (justicialismo/radicalismo) ha entrado probablemente en una crisis terminal. Ambos partidos se han fragmentado y sus diversas partes han quedado disponibles para recomponerse en distintas alianzas. La crisis no es nueva. Se manifestó en el voto bronca del 2001, en la expresión «que se vayan todos» del 2002, y en la fragmentación entre candidatos de ambos partidos en el 2003. No es un fenómeno particular de la Argentina. Se da en muchos paí­ses de América Latina, donde el bi-partidismo de larga tradición desapareció, como fue el caso de Venezuela, a favor de nuevas «coaliciones de ocasión» en torno a un personalismo acentuado. Quedan pocas excepciones de coaliciones estables en torno a las cuales se agrupan partidos tradicionales, como es el caso de Chile. En casi todos los otros, surge el fenómeno que anticipara Max Weber hace muchos aí±os, bajo el rótulo (en alemán) de Plebizitaeren Fuehrer Democratie, o «democracia plebiscitaria de lí­deres fuertes». A veces un lí­der fuerte salido de un partido sobrevive en el poder a pesar de la crisis o debilitamiento de su partido, como es el caso de Lula en el Brasil. Esta tendencia es parte de un fenómeno más general que podemos llamar la «des-institucionalización» de las democracias. El politólogo inglés Colin Crouch, del Instituto Universitario Europeo piensa que el fenómeno es estructural, no coyuntural, y habla ya de una «post-democracia.» La post-democracia se verifica tanto en la baja institucionalidad, en un modo de gobernar a través de poderes de excepción, en la tendencia a desequilibrar la división de poderes a favor del ejecutivo, en un cortocircuito entre lí­deres y masas pasando por alto a los partidos, en una polí­tica de imágenes y de espectáculo más que de ideologí­as, y en un oportunismo descarado y audaz por parte de los gobernantes. Es un sistema más frágil y superficial que el de alternancia de partidos tradicionales. La sociedad lo tolera en la medida en que el manejo del sistema socio-económico no pase ya por la polí­tica, si no por otros canales y resortes de poder «global.» En sociedades como la argentina, donde las polí­ticas públicas de un gobierno tienen todaví­a mayor incidencia en la estabilidad del sistema socio-económico, la «post-democracia» puede tener consecuencias más graves, ya que una crisis polí­tica se transmite con facilidad a todo el sistema. Con respecto al futuro, me arriesgo a predecir la supervivencia del peronismo bajo la forma de un partido justicialista más o menos actualizado, con algunas alianzas. Más problemático es el reemplazo del agonizante radicalismo por un partido que cumpla sus antiguas funciones. Partidos de centro-izquierda y centro-derecha seguirán sin mayor futuro en la Argentina. Lo ideal serí­a la aparición de un bi-partidismo en forma de coaliciones sólidas en torno a propuestas claramente alternativas, sin romper la estabilidad del sistema. Por ejemplo una coalición justicialista «progresista» de tipo «new Labour» inglés, por un lado, y por el otro, una coalición «capitalista-modernizante» como en algunos paí­ses europeos, en la que se sientan representados los jóvenes emprendedores, las clases medias urbanas, y todos aquéllos que aspiran al ascenso social rápido. Estamos lejos de ello, pero no hay que descartar sorpresas. Comentario puntual sobre las elecciones: A pesar del triunfo de CFK en la primera vuelta, y a pesar de una impresión superficial, fue un triunfo difí­cil. A pesar de la buena coyuntura económica y de ganar con la mayor distancia del segundo, CFK saco menos porcentaje que Alfonsí­n en 1983 (52%), Menem en 1989 (47%), Menem en su reelección de 1995 (49%) y De la Rua en 1999 (48%). Más aun, no fue para CFK una elección (o reelección) fácil. A pesar de la coyuntura económica favorable y de polí­ticas de NK destinadas a «apaciguar» a las clases medias de las ciudades, estas se mostraron reacias a votar por el gobierno y prefirieron hacerlo por la oposición, aun cuando esta última presentara un estado de salud lamentable. Debo recordar que en la Argentina, el «humor» de las clases medias es fundamental, (como lo es en los EE.UU.). Pero registro una constante sociológica: el voto peronista se mantiene en sus niveles históricos (42-45%) desde 1946. Los sectores medios, por su parte, mantienen su rechazo del peronismo –otra constante desde 1946, solo interrumpida en los anos 70 por el guerrillerismo de los sectores juveniles de clase media, que se «peronizaron» estratégicamente para llegar al poder «revolucionario», proyecto que fue desastroso. El panorama por lo tanto se presenta así­: crisis del bipartidismo; constancia en las bases sociales. Como seí±alaron otros analistas, 4 de cada 5 votos para CKF habí­an votado a Menem. La diferencia entre el voto a Menem y el voto a CFK es que el 5to votante venia del centro-derecha en la época de Menem, y hoy viene del centro izquierda para CFK. Esto indica que el voto peronista (más como sentimiento que como partido) sigue siendo el fiel de la balanza polí­tica argentina, oscilando un poquito de acuerdo a las circunstancias ya sea a la derecha o a la izquierda. El centro-derecha perdió la oportunidad de articular una alternativa a nivel nacional, pero no a nivel local en la Ciudad de Buenos Aires.
Gestión de CFK
Con la asunción de la nueva presidente y de todo su gabinete ¿Como observa que serán los primeros dos aí±os de la gestión de CFK? Sus desafí­os, sus prioridades, etc.
Podrá gobernar, no sabemos si mejor, igual, o peor que su marido. Lo que es seguro es que no habrá ningún proyecto hegemónico, porque no da el trapo polí­tico para ello.
En lo económico, continuará una polí­tica de corte «Gelbardista.» Observo en lo ideológico la persistencia de un viejo esquema «cepalino», con arreglos corporativos con la UIA y la Cámara de Comercio, pero con fricciones con el agro. Es una ironí­a, ya que hoy el campo argentino es un campo «industrial» con el mayor grado de productividad de toda la actividad económica. Ni los términos de intercambio entre commodities y productos industriales son los de la era CEPAL, ni el campo es más el dominio de una oligarquí­a rentista. Esperemos que la administración CFK enfrente esta nueva era estructural con esquemas menos envejecidos del «rechazo a los terratenientes» y la emoción frente a las maquinas. En el frente social, el gobierno CFK apuntara a un pacto salarial con un 15% de aumento con actualización semestral. Pero el frente sindical será difí­cil y se puede desencadenar una espiral de precios y salarios. Tratará de hacer acuerdos por 3 aí±os, hasta la próxima campaí±a electoral.
La gestión de CFK se va a caracterizar por un cierto continuismo inicial (como un motor que arranca con primera velocidad lenta y larga), y luego por una toma de velocidad y un andar en algunas direcciones distintas a las de la administración NK anterior. Entre estas últimas han de destacarse nuevas iniciativas y acercamientos internacionales, empezando con algunos paí­ses europeos y –aunque les sorprenda a Uds.) con una nueva relación con los EE.UU. después de las elecciones presidenciales en aquel paí­s (no antes). El «enfriamiento» actual de esas relaciones es pasajero y anecdótico. El desafí­o en materia de relaciones internacionales esta más cerca de casa de lo que parece: en el vapuleado MERCOSUR, en la relación con la única potencia emergente «seria» de América Latina, que es el Brasil, y en un necesario redimensionamiento de la relación (hoy exagerada) clon Venezuela. Es posible que CFK haga un juego geopolí­tico continental mas equilibrado que NK. Re-equilibrar al Brasil con Venezuela es una vieja tentación de la polí­tica exterior argentina, que hay que re-evaluar con calma. Es un tiro que puede salir por la culata.
En polí­ticas internas, el sesgo diferente estará dado por un mayor impulso a la ciencia, tecnologí­a y cultura aplicadas a la producción y al mercado. Hay que reconstruir el maltrecho capital cultural de la Argentina (que es a la larga la garantí­a de su desarrollo y de la productividad y una inversión de fondos no inflacionaria) y conectarlo con la producción y la comercialización. Hay un enorme programa por hacer, y creo que esto entusiasma a CFK. Hoy se habla mucho de la futura gestión de CFK como de un manejo de crisis y desafí­os que se avecinan. Es cierto, crisis y desafí­os los hay, y no son un secreto para nadie: evitar una espiral inflacionaria, sincerar la economí­a, acelerar el desarrollo de suministro energético, negociar la deuda residual, y manejar un crecimiento económico sostenido sin «recalentar» la economí­a y la sociedad, con inversiones (no solo del estado) a largo plazo. Pero insisto: el gran desafí­o y meta alcanzable es el cientí­fico-cultural. Es el sesgo definitorio de la Argentina en América Latina y en el mundo. Estas polí­ticas deberán estar en marcha y deberán exhibirse al mundo en ocasión del bi-centenario de la Republica. No serán los fuegos artificiales, sino el cambio en cultura lo que tal vez defina el bicentenario y a través de el toda la administración CFK.