Hablará de fallas en la política oficial.
16 de Julio de 2007
Aunque sin candidatos propios, la Iglesia mantendrá un vínculo bastante activo con el proceso electoral que viene. No habrá apoyo del clero a un partido o candidato determinados, ni curas ni obispos que busquen figuración en listas legislativas o en opciones ejecutivas, pero sí habrá posicionamientos de clara lectura política, admitieron a La Nacion fuentes del Episcopado y de la Arquidiócesis de Buenos Aires.
Cuatro temas serán eje de homilías y exposiciones mediáticas: la calidad institucional, la educación, la familia y la equidad social. Todos tienen una explicación que puede traducirse al contexto electoral, y en todos la Iglesia cuestiona el papel del Gobierno en los últimos años.
í¢â‚¬Å“Es lo mismo que hemos hecho fuera del proceso de eleccionesí¢â‚¬Â, aclararon en la Conferencia Episcopal Argentina, que preside Jorge Bergoglio.
No resultaron casuales, por lo tanto, las homilías de varios obispos el lunes 9 de julio. La coincidencia en las críticas a la situación social pronunciadas, entre otros, por monseñor Luis Villalba, arzobispo de Tucumán y vicepresidente 1킺 del Episcopado; monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe; monseñor José María Arancibia, arzobispo de Mendoza, y monseñor Juan Carlos Romanín, obispo de Río Gallegos, marcó el clima que se vive en ámbitos eclesiásticos. Aquellos cuestionamientos habían sido precedidos por la homilía que el domingo 8 pronunció el obispo emérito de Viedma, monseñor Miguel Hesayne, quien sostuvo sin vueltas que «la Iglesia debe meterse en política».
En tanto emérito, Hesayne no tiene tanto peso dentro del Episcopado, pero en esto piensa muy parecido al cardenal primado de la Argentina, Jorge Bergoglio (arzobispo de Buenos Aires y presidente del Episcopado), y a monseñor Villalba, dos de los prelados más escuchados por el clero, de acuerdo con el relato de fuentes del arzobispado de Buenos Aires y del Episcopado.
En la Conferencia Episcopal aseguraron que otro de los obispos influyentes es monseñor Jorge Casaretto, titular de la diócesis de San Isidro.
«No nos pueden cuestionar que hablemos. Nos criticaron con el argumento de que no hablábamos durante la dictadura. Bueno, salvando las distancias, ahora la Iglesia tomó un papel más activo», explicó a LA NACION un hombre cercano a monseñor Bergoglio.
El clero tomará como tema principal la relación entre la calidad institucional y la pobreza. En su último documento, redactado en abril, el Episcopado emparentó las prácticas políticas clientelísticas con la pobreza. La equidad social depende más del respeto institucional que de la política económica, consideran los líderes de la Iglesia.
«El clientelismo y la dádiva degradan la cultura cívica», señala el último documento de la Asamblea Plenaria, oportunamente difundido por LA NACION. El clero entiende que la Casa Rosada hizo «poco o nada» por modificar este panorama.
Como para ratificar que el tema resulta central para la Iglesia, ayer monseñor Bergoglio habló en Formosa de la inequidad social. El cardenal formuló un cuestionamiento a quienes «viven empachados de orgullo, de interés, de afán de dinero, de poder y de poseerlo todo». Pareció un mensaje a la dirigencia política.
La educación
También habrá consideraciones especiales hacia las políticas educativas. Después de rechazar la ley de educación, en una crítica que durante la campaña porteña se leyó como un cuestionamiento al ministro del área, Daniel Filmus, la Iglesia insistirá en que resulta fundamental que coexistan la educación pública y la educación privada con acceso universal.
Para que esto ocurra el Estado debe ayudar a sostener la educación privada, de modo que haya opciones. El clero sugiere en sus comentarios que el Estado nacional desprecia la educación privada y la considera «elitista».
El otro de los puntos ligados a la educación tiene que ver con la educación sexual. La Iglesia prefiere que el tema se debata en familia, pero sostiene que, en el caso de que la materia deba dictarse en los establecimientos educativos, los padres deben participar en la discusión, de modo que no todo quede librado a la decisión de los docentes. La educación sexual, vale aclarar, es una bandera del progresismo.
Contra la unión civil
Finalmente, el otro de los ejes del período preelectoral será la familia. «No apoyamos las políticas de uniones civiles, por ejemplo», confiaron en la arquidiócesis de Buenos Aires.
Fue justamente en la Capital donde la Iglesia se enfrentó con la dirigencia política por este tema, luego de que la gestión de Aníbal Ibarra impulsó las alianzas de homosexuales y las parejas de hecho. La circunscripción eclesiástica que conduce el cardenal primado de la Argentina no ocultó su rechazo por la unión civil.
En verdad, la arquidiócesis de Buenos Aires mantiene una relación fluida con la dirigencia política local, aunque más con la oposición que con el kirchnerismo. De hecho, una de las nuevas legisladoras porteñas por el Pro, Victoria Morales, trabaja en la vicaría de Educación del arzobispado porteño.
En este contexto, el clero elaborará un discurso en el que dejará expuesto que no apoyará a quienes rechacen las opciones fijadas en temas como educación, familia, respeto institucional y equidad social. «No apoyaremos candidatos, pero sí políticas», revelaron en el arzobispado de Bergoglio. Un concepto similar sostuvieron en el Episcopado.
No debe tomarse como casual, por lo tanto, que los obispos coincidan en fuertes críticas a la política nacional en época de elecciones. A su manera, la Iglesia tomó la decisión de participar.
Por José Ignacio Lladós
De la Redacción de LA NACION