De la Sota cada vez más lejos de los Kirchner

El gobernador cordobés podrí­a no apoyar a la candidata oficialista, Cristina Kirchner, en las elecciones presidenciales de octubre. La gota que rebalso el vaso, de las ya tensas relaciones entre De la Sota y Kirchner, fue la falta de apoyo a la victoria electoral de Schiaretti.


Otro round de la pelea Kirchnerí¢â‚¬â€De la Sota: el boicot a Cristina
Fernando Gonzalez
Clarí­n
7 de Septiembre 2007
Desde aquellos dí­as aciagos de fines de 2002 en que uno pudo ser presidente pero fue el otro el que obtuvo el premio, la relación entre José Manuel de la Sota y Néstor Kirchner nunca se recuperó del todo. Y esta semana volvió a enfrentarlos la polémica definición de la elección cordobesa.
Tan convencido está De la Sota de que es Kirchner quien ejerce presión polí­tica sobre el mí­nimo triunfo de su candidato a gobernador, Juan Schiaretti, que amenaza en estas horas con sacarle el apoyo del peronismo cordobés y boicotear el papel de Cristina en la provincia en las elecciones presidenciales del 28 de octubre.
Así­ se lo hizo saber a sus colaboradores más estrechos. En la intimidad, De la Sota muestra encuestas donde Cristina Kirchner cosecha supuestamente solo el 23% de los votos cordobeses y repite una frase: «No hay entusiasmo con su candidatura en la provincia», advierte.
En la misma lí­nea, Schiaretti ha ido modificando su discurso a medida que se complicaba la situación del escrutinio cordobés. En la noche del domingo prometí­a a toda la prensa salir a trabajar por el triunfo de Cristina. El miércoles, entrevistado por el programa de TN A Dos Voces, ya poní­a el freno. «Vamos a ver si la apoyamos», explicaba.
La bronca de De la Sota, además de los Kirchner, tiene como destinatario al jefe de gabinete, Alberto Fernández, quien durante la campaña respaldó desde siempre la candidatura a gobernador de Luis Juez. Y lo irritó especialmente el pedido de intervención federal a la provincia que la diputada Patricia Vaca Narvaja hizo en las horas tormentosas del recuento provisorio de votos.
«Es una operación polí­tica para desgastarme; el Alberto quiere lijarme porque tiene miedo que sea candidato en el 2011», grita De la Sota ante sus ministros. Y ante ellos usa una metáfora de otros tiempos menos felices del peronismo. «Yo no tengo mentalidad montonera; yo no le echo la culpa de todo a (José) López Rega como hací­an ellos». Con esas palabras duras, vuelve a poner toda su atención en Kirchner.
Los nervios de estos dí­as le han hecho olvidar a De la Sota una frase que le dijo a Clarí­n cuatro dí­as antes de la elección tan cuestionada. «Voy a votar a Cristina, pero me hubiera gustado una fórmula más peronista».
Un funcionario con despacho en la Casa Rosada relató a este diario algunos detalles de la reacción del Presidente cuando leyó los dichos de De la Sota desacreditando la fórmula oficialista. Pero no es necesario repetir esos calificativos para entender el enorme desagrado de Kirchner.
Es que allí­ está el centro de la disputa, en el control futuro del peronismo. Kirchner se reserva la tarea de la reorganización polí­tica y partidaria si Cristina es elegida presidenta y cree que De la Sota fantasea con liderar una corriente peronista en su contra.
No es una idea descabellada. Durante estos cuatro años de gobierno kirchnerista, el cordobés ha aprovechado cualquier encuentro de dirigentes para insistir en que «el peronismo tiene que volver a existir», dando por sentado que el Presidente ha reducido la vida del movimiento peronista a la de un vegetal.
De la Sota conserva buenas relaciones con otros gobernadores peronistas como el entrerriano Jorge Busti, el jujeño Eduardo Fellner y el sanjuanino José Luis Gioja, pero todos ellos han mantenido los pies bien adentro del plato y nunca abandonaron su obediencia a Kirchner.
De todos modos, todos estos aprestos de batalla peronista forman parte del futuro. Ahora es el resultado de la ajustada elección cordobesa el que separa a Kirchner y a De la Sota, y ambos esperan que la Justicia resuelva un conflicto profundo que crece polí­ticamente hora tras hora.
Pero los jueces solo pueden verificar los votos y luego esperar que los protagonistas acepten cómo válido el resultado. Tal vez allí­, Kirchner y De la Sota deban olvidar por un rato sus viejos recelos para encontrar el camino de salida a una elección que ya causó impacto mucho más allá de las fronteras de la provincia.
De la Sota se siente traicionado por Kirchner
Jorge Rosales
La Nación
7 de Setiembre 2007
El escandaloso final de las elecciones en Córdoba terminó de profundizar la brecha que ya separaba al gobernador José Manuel de la Sota del presidente Néstor Kirchner. Tanto, que la crisis en la que está inmersa su provincia a partir de las denuncias de fraude lo han impulsado a explorar una idea que elaboraba en silencio: no mover un dedo en Córdoba para hacer campaña por la candidata presidencial oficialista Cristina Fernández de Kirchner.
Sin embargo, Kirchner ayer envió un claro mensaje de desacuerdo respecto de la forma en que se están desarrollando los acontecimientos en aquella provincia convulsionada. Recordó que en 1987 ganó la intendencia de Rí­o Gallegos por 111 votos y el resultado no fue cuestionado.
Pero la realidad polí­tica argentina es bien diferente hoy de la de hace 20 años. La sociedad no ha saldado del todo sus diferencias con los polí­ticos luego de la crisis de 2001, y esto se puede percibir en los reclamos de la sociedad cordobesa por transparencia.
Nadie le puede sacar de la cabeza a De la Sota que las sospechas de fraude lanzadas por Luis Juez luego del escrutinio del domingo último que le otorgó a Schiaretti la victoria por un suspiro -fue, cuanto menos, confuso y amañado- contaron con el respaldo y el aliento de empinados funcionarios con despachos en la Casa Rosada. La furia tiene como destinatario al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, a quien le endilga no sólo haber fogoneado la campaña de Juez, sino no haberlo frenado cuando se lanzó en su furibunda campaña de denuncia no bien se conoció el resultado del escrutinio provisional que no lo favorecí­a.
«Estaremos tan ocupados con el escrutinio que no tendremos tiempo para hacer campaña por Cristina. Y si nosotros no lo hacemos y Juez sigue con sus ataques al kirchnerismo, í‚¿quien lo hará en Córdoba?», le deslizó con ironí­a De la Sota a su cí­rculo í­ntimo, durante una reunión realizada ayer en oficinas céntricas de esta ciudad, donde estuvo por unas horas diseñando la estrategia para contrarrestar el daño que prevé que causará a su gestión y a su futuro polí­tico la crisis provocada por las elecciones.
Hace al menos dos meses que De la Sota no cruza palabra con el presidente Kirchner, a quien le reprocha en la intimidad no haber llamado a Schiaretti tras el resultado provisional, como sí­ hizo con el socialista Hermes Binner, claro ganador de las elecciones que terminaron con la hegemoní­a peronista en Santa Fe. Ese silencio, según la interpretación delasotista, ha contribuido a consolidar las sospechas sobre la pulcritud del escrutinio.
La ira del gobernador llegó a la casa de los presidentes. El ministro del Interior, Aní­bal Fernández, habló con Schiaretti y fue depositario de las quejas del gobernador De la Sota. En la Casa Rosada ya evalúan que la insistente actitud de Juez comienza a atentar contra el sistema porque creen que la situación en Córdoba no tiene retorno. «Lo que pretende Luis Juez es ir a otras elecciones, y eso es inviable», se oyó decir ayer a un ministro con aquilatada experiencia polí­tica.
Ayer comenzó el cómputo definitivo de los votos a través de las actas y no voto por voto, como habí­a reclamado Juez. En el cí­rculo de colaboradores de De la Sota consideran que la llave para detener esta situación la tiene la Justicia, aunque dure semanas. Allí­ se descubrirá que lo de Juez no tení­a fundamentos, dicen en las huestes del oficialismo cordobés, aún reconociendo que el verborrágico intendente de Córdoba acusará a los magistrados de falta de independencia si se ratifican los resultados provisionales.
Una traición, palabra que ha estado presente en cuanto entuerto ha habido en el peronismo de todos los tiempos, es lo que De la Sota cree que se está consumando en su contra. A pesar de estar acorralado por las sospechas que lo salpican no abandona su proyecto personal: ser candidato a senador en 2009 y candidato a presidente en 2011.
Juez le pidió a Cristina Fernández que se abran todas las urnas
La Gaceta
7 de Septiembre 2007
El candidato del Frente Cí­vico y Social, Luí­s Juez, reclamó hoy í¢â‚¬Å“un acto de coherenciaí¢â‚¬Â a la candidata oficialista a la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner, y le exigió que solicite la apertura de las urnas en esa provincia.
El intendente de la capital cordobesa solicita un recuento voto por voto de los comicios, cuyo resultado provisional otorgó el triunfo a Juan Schiaretti. Ayer, sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de esa provincia desestimó su pedido.
Juez atribuyó el silencio que mantiene el presidente Néstor Kirchner y los ministros sobre el tema a que í¢â‚¬Å“gran parte del gabinete trabajó para que Schiaretti fuera gobernador, porque nadie creyó que yo podí­a ganar y pensaron que no podí­an perder el mismo dí­a en Santa Fe y en Córdobaí¢â‚¬Â.
Tensión por la marcha
Juez encabezará esta tarde una marcha para rechazar el resultado que lo da perdedor, por una diferencia del 1,1 %. El anuncio del acto generó tensión entre las autoridades cordobesas que creen que puede haber incidentes.
í¢â‚¬Å“Tenemos información de que grupos peligrosos de todo el paí­s llegarán a Córdoba para participar de la manifestacióní¢â‚¬Â, señaló el ministro de Salud, Oscar González y alertó que la situación los preocupa porque pondrí­a en riesgo la integridad y la seguridad de los participantes del encuentro.
El funcionario aclaró que entre estos activistas se encuentran integrantes del grupo Quebracho y solicitó a los simpatizantes del partido de Schiaretti que no vayan a los lugares por donde pasará la marcha. í¢â‚¬Å“La Policí­a va a garantizar el orden y va a intervenir si algunos de estos grupos provoca disturbiosí¢â‚¬Â, remarcó el funcionario.
Comienza el recuento final
Por otro lado, el escrutinio definitivo de los votos comenzó finalmente en Córdoba y la Justicia estimó que demorará al menos tres semanas, lapso que se tardó en realizar ese procedimiento en las elecciones anteriores, en 2003.
El conteo comenzó a las 14 con algo de demora y se realizará acta por acta. El secretario Electoral José Marí­a Pérez Corti precisó que si hay discrepancias entre los fiscales partidarios se procederá a la apertura de las urnas.
El inicio del escrutinio se demoró ya que la jueza Electoral Marta Vidal mantuvo encuentros con los apoderados de los partidos para definir cómo se desarrollarí­a el procedimiento.
El representante de la Unión Cí­vica Radical, Alberto Zapiola, le pidió a la jueza que el horario para realizar el recuento se extienda hasta las 20 y que se dispongan 30 mesas, con dos empleados cada una, para agilizar el trabajo.
Los fiscales del oficialista Juan Schiaretti, quien fue consagrado como gobernador electo, también exigieron que el conteo sea lo más rápido posible. Finalmente, el recuento tendrá lugar en 12 mesas y participarán 45 empleados.