Manuel Alcántara: í¢â‚¬Å“EL SISTEMA POLíTICO DEMOCRíTICO ES EL íƒÅ¡NICO QUE SE EROSIONA A Sí MISMOí¢â‚¬Â

Tuvimos la oportunidad de entrevistar Manuel Alcántara durante el V Congreso Colombiano de Ciencia Polí­tica, realizado en agosto pasado en la ciudad de Medellí­n. Conversó sobre diversos temas de interés para América Latina, los estudios de Ciencia Polí­tica en la actualidad, la crisis contemporánea de la democracia, y las situaciones internas de algunos de los paí­ses de la región.
Compartimos esta interesante y extensa entrevista realizada por nuestro investigador, Patricio Gomez Talavera (1) junto a los colegas, Anthony Medina Rivas Plata (2) y Freddy Alpalá Cuesta (3).

Manuel Alcántara Sáez es catedrático de la Universidad de Salamanca y miembro fundador de FLACSO-Espaí±a. Licenciado en Ciencias Polí­ticas y Sociologí­a (1976) y Doctor en Ciencias Polí­ticas (1984) por la Universidad Complutense de Madrid. Catedrático de Ciencia Polí­tica y de la Administración de la Universidad de Salamanca desde 1993, impulsó el desarrollo del Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal de la misma Universidad, hoy Instituto de Iberoamérica, del que fue director hasta 2007. También se desempeí±ó como vicerrector de Relaciones Internacionales y Cooperación de la Universidad de Salamanca (2007-2009). Es doctor honoris causa de la Universidad de San Martí­n en Argentina, así­ como le ha sido concedida la Medalla de la Orden de Bernardo O’Higgins, otorgada por la presidenta chilena Michelle Bachelet.
Autor de diversos libros, artí­culos y ensayos sobre polí­tica latinoamericana, Alcántara es uno de los mayores representantes de la disciplina politológica en la región.

AM: Manuel, muchas gracias por la oportunidad. Primero quisiéramos discutir contigo la relevancia actual que tiene la Ciencia Polí­tica como disciplina académica en la América Latina de hoy. En los últimos aí±os hemos visto cómo se ha multiplicado el número de Congresos organizados asociaciones nacionales e internacionales como la Asociación Latinoamericana de Ciencia Polí­tica (ALACIP), la Latin American Studies Association (LASA) y otros. ¿Sientes que estos eventos generan un aporte real a la disciplina o, en su lugar, ves un conjunto de lugares comunes que se repiten continuamente y requieren ser superados?
MA: Sin duda hay una evolución importante en los últimos 20 aí±os. Entonces, la Ciencia Polí­tica en Colombia estaba reducida a dos o tres Universidades; a diferencia de hoy, que existe una oferta en expansión a lo largo de todo el paí­s. La Ciencia Polí­tica, como disciplina global, cuenta con ciertos paí­ses en los que se ha desarrollado más frente a otros en los que la evolución ha sido menor; y eso sucede también en el mundo latinoamericano. En principio es necesario examinar los avances tanto a nivel de docencia (en pre y postgrado), como en investigación (básica y aplicada); dos mundos que no van necesariamente siempre de la mano. Ya hay ciertas lí­neas establecidas para la docencia alrededor del mundo, mientras que sí­ se pueden hallar amplias diferencias en el ámbito de la investigación. También se debe considerar que hay una correlación importante entre el nivel de ingreso per cápita en un paí­s y el surgimiento de escuelas de Ciencia Polí­tica, esto es así­ porque existe un mayor empoderamiento e interés de la ciudadaní­a en estudiar los asuntos públicos cuando la renta supera un cierto nivel pues entonces surge un mercado de ‘productores’ y ‘consumidores’ de investigación e información en Ciencia Polí­tica.

AM: En ese sentido, ¿consideras que la Ciencia Polí­tica está estrechamente vinculada a la democracia como procedimiento y como forma de gobierno?
MA: El factor democrático es clave. Por ejemplo, Arabia Saudí­ y los paí­ses del Golfo poseen algunas escuelas de Gestión y Administración Pública desde un punto de vista muy ‘técnico’, es decir, con el objetivo de formar a su cuerpo de funcionarios con el objetivo de desempeí±ar funciones prestablecidas desde el gobierno, pero sin una mayor reflexión o análisis crí­tico sobre sus bases. Es cierto que Sciences Po y varias Universidades norteamericanas tienen sedes ahí­ también, pero hay que recordar que esos paí­ses lo permiten sólo en tanto y en cuanto les facilita formar a sus élites. En dichos paí­ses, sin duda, reciben una formación académica muy sólida teóricamente, pero siempre obviando aspectos básicos sobre el funcionamiento y el ejercicio del poder, que es la raí­z de la Ciencia Polí­tica.

AM: ¿Verí­as entonces amplias diferencias entre hacer Ciencia Polí­tica desde Europa y América Latina?
MA: Es un tema complicado, ya que no sólo existen diferencias de carácter intelectual, sino personal. Como en otros aspectos de la vida humana, en el mundo académico también existen envidias y recelos personales que van más allá de lo profesional. Tras conocer algunos de los mundos académicos existentes en Europa, puedo decirte que son muy hí­bridos y mestizos. Esta idea de una ‘Ciencia Polí­tica del Norte’ frente a una ‘Ciencia Polí­tica del Sur’ tiene mucho de equí­voco. Sin duda hay problemas que exigen un método y una disciplina de análisis; pero es importante marcar una distinción entre el desarrollo disciplinario “en sí­â€ y la ‘lucha de clases’ discursiva que ese desarrollo pueda generar (colonialistas vs. postcoloniales, agringados vs. acholados, etc.). En última instancia, la discusión de fondo está no sólo en quién publica libros, sino en quién gana las plazas dentro de los espacios que ofrecen Universidades, Institutos o Centros de investigación, así­ como los sueldos que se asignan. En Europa, América Latina y el resto del mundo, la mayorí­a de la gente siempre quiere tener el mejor puesto y el mejor sueldo, así­ de claro. Si mis antiguos alumnos de Ciencia Polí­tica en Madrid hubieran tenido mejores plazas docentes quizás se hubieran centrado más en su trabajo docente e investigador que en su militancia en PODEMOS. El final de la década pasada era un contexto muy difí­cil en el que las plazas escaseaban y la actividad docente comenzaba a estar proletarizada. Esto es distinto a lo que ocurrí­a en los aí±os 80, por ejemplo, en donde hubo muchos colegas en la Universidad Complutense de Madrid que llegaron al más alto rango docente con 32 aí±os. Era una época de vacas gordas, sin duda.

“(…) Si mis antiguos alumnos de Ciencia Polí­tica en Madrid hubieran tenido mejores plazas docentes quizás se hubieran centrado más en su trabajo docente e investigador que en su militancia en PODEMOS”.

Existe otra discusión más epistemológica, sobre el tipo de Ciencia Polí­tica que hacemos y el paradigma que manejamos, y en ese sentido hay una pugna por la excelencia y por tener el reconocimiento de estar entre los mejores politólogos. Esto no es un concurso por quién publica más, sino por la calidad explicativa de las publicaciones generadas. El problema surge, repito, al momento de definir esto. ¿Quién es el(la) mejor politólogo(a)? ¿El(la) más citado(a)? Ese podrí­a ser un criterio, sin embargo, surge otro problema, ya que siendo las realidades de cada paí­s distintas (debido a su cultura, idiosincrasia, etc.), los marcos teóricos para interpretar esas realidades también deberí­an serlo. ¿Se puede hablar de una Ciencia Polí­tica peruana o colombiana frente a, por ejemplo, una Ciencia Polí­tica coreana? Esa es una pregunta válida y recurrente. Si fuera yo de Madrid a Lima a hablar sobre la realidad peruana, un(a) colega de allí­ podrí­a increparme: “No intentes explicarnos lo que pasa en Lima, ya que somos nosotros los que vivimos aquí­. Tú explí­canos lo que pasa en Madrid”. Yo no acepto esa posición en el mundo actual. Yo puedo estar más al dí­a de lo que pasa en Lima mejor que tú, ya que leo a diario una cantidad de periódicos, además de que poseo una mejor red de contactos que me cuenta lo que está pasando. Y, además de ello, está la perspectiva metodológica que puedo adoptar para confrontar un determinado problema cuyo rango es universal. En ese sentido, la velocidad de las comunicaciones en lí­nea ha ido borrando esas limitaciones que antes estaban claramente determinadas por la geografí­a. Lo que importa hoy es el tipo de teorí­as, métodos de análisis y datos que manejes.

“(…) ¿Se puede hablar de una Ciencia Polí­tica peruana o colombiana frente a, por ejemplo, una Ciencia Polí­tica coreana? Esa es una pregunta válida y recurrente. Si fuera yo de Madrid a Lima a hablar sobre la realidad peruana, un(a) colega de allí­ podrí­a increparme: “No intentes explicarnos lo que pasa en Lima, ya que somos nosotros los que vivimos aquí­. Tú explí­canos lo que pasa en Madrid”. Yo no acepto esa posición en el mundo actual. Yo puedo estar más al dí­a de lo que pasa en Lima mejor que tú, ya que leo a diario una cantidad de periódicos, además de que poseo una mejor red de contactos que me cuenta lo que está pasando”.

AM: Si bien es muy frecuente hablar sobre la ‘crisis de la democracia’ y sus efectos, es innegable que en buena parte del mundo se vive una ‘coyuntura populista’ en la que los viejos sistemas de partidos son criticados bajo un mismo guión; siguiendo tendencias progresistas de un lado, y claramente reaccionarias del otro. De un lado PODEMOS, Syriza o Bernie Sanders, y del otro a Marine Le Pen, Geert Wilders, Aurora Dorada o Donald Trump. Y si bien existen muchas diferencias entre ambos lados, también comparten un conjunto de semejanzas con respecto al carácter innegablemente económico de la crisis polí­tica. ¿Qué hacer al respecto?
MA: El sistema polí­tico democrático es el único que se erosiona a sí­ mismo; porque es el único que está permanentemente abierto a la crí­tica y al cuestionamiento. De un lado, eso es lo maravilloso de la democracia. Recordemos a Voltaire cuando hablaba sobre la libertad de pensamiento y decí­a que la democracia era el único sistema donde se permití­a que se critique a la democracia. Por otra parte, la democracia permite que existan elementos claramente antisistémicos, como Donald Trump o Marine Le Pen; y bastarí­a recordar que Adolf Hitler llegó al poder a través de mecanismos democráticos.


Respecto a esto, si bien la democracia posee sus propios instrumentos para depurar a esta clase de elementos, a veces éstos no son suficientes. Si no hubiera habido una II Guerra Mundial, probablemente Hitler jamás habrí­a abandonado el poder en Alemania. Yo no sé cómo va a terminar el gobierno de Nicolás Maduro, sin embargo, Maduro ha agotado hasta tal punto las posibilidades de la democracia, que ya no se permite la aparición de mecanismos regeneradores. Ya no hay brotes democráticos en el paí­s porque Maduro los ha asfixiado todos; como en su momento lo hizo Hitler. No los estoy comparando, ya que Hitler o Stalin eran lí­deres totalitarios, y hay que tener muy clara la diferencia entre totalitarismo y autoritarismo, como seí±alaba Hannah Arendt. Por ejemplo, como advirtió Juan Linz, el régimen de Franco fue autoritario, pero no totalitario. Franco permití­a ciertos matices de pluralismo dentro de su régimen que eventualmente podí­an florecer o no, mientras que Hitler tuvo que perder la guerra para abandonar el poder. Otra cosa que quiero resaltar, y que quizás los jóvenes de hoy no notan tanto, es que los cambios radicales que se están dando en el mundo empiezan a salirse de los manuales y libros de texto de quienes estudiábamos la polí­tica hace 30 aí±os. A mí­ me darí­a vergí¼enza ir a dictar un curso de Partidos Polí­ticos y volver a contar la historia desde el punto de vista de lo que en su momento escribieron Sartori o Duverger. Sin duda siguen siendo válidos e interesantes y los estudiantes tienen que conocerlos, pero ya hay otra realidad. En Perú, por ejemplo, eso lo tienen muy claro, y de hecho Perú ha sido un paí­s ‘de avanzada’ en ese sentido porque ahí­ desaparecen los partidos polí­ticos en 1990. El ‘fenómeno Fujimori’ ha sido tan arrasador que no se han vuelto a regenerar los partidos desde entonces. Luego de la caí­da de Fujimori, todos los gobiernos sucesivos han venido de partidos polí­ticos distintos, muy volátiles y relativamente débiles, por lo que no se percibe que esto vaya a cambiar. ¿De qué sirve en Perú hablar de partidos polí­ticos dentro de la tradición ‘sartoriana’? De poco. Igualmente, el partido creado por Emmanuel Macron no tiene nada que ver con la tradición histórica de los partidos polí­ticos en Francia.

“(…) En Perú, por ejemplo, eso lo tienen muy claro, y de hecho Perú ha sido un paí­s ‘de avanzada’ en ese sentido porque ahí­ desaparecen los partidos polí­ticos en 1990. El ‘fenómeno Fujimori’ ha sido tan arrasador que no se han vuelto a regenerar los partidos desde entonces. Luego de la caí­da de Fujimori, todos los gobiernos sucesivos han venido de partidos polí­ticos distintos, muy volátiles y relativamente débiles, por lo que no se percibe que esto vaya a cambiar. ¿De qué sirve en Perú hablar de partidos polí­ticos dentro de la tradición ‘sartoriana’? De poco”.

PGT: En 2007-2008, En Estados Unidos hubo una crí­tica muy fuerte hacia los economistas por su rol en no ver la crisis. ¿Algo parecido puede estar pasando hoy en la ciencia polí­tica europea en el contexto actual, o se ha logrado una mejor interpretación?
MA: Yo creo que los politólogos somos más modestos que los economistas. No conozco a ningún politólogo que plantee escenarios de ‘esto va a ser así­â€™, entre otras cosas, porque eso no significarí­a ganar dinero, mientras que los economistas al hacer sus predicciones habitualmente ganan dinero. Siempre hemos hecho análisis a ‘toro pasado’. Los fenómenos que vive la humanidad hoy me preocupan desde una perspectiva muy especí­fica que no es otra, en términos epistemológicos, que la perspectiva de la representación. Cómo articular un sistema polí­tico en el que se pide a la gente cada cuatro aí±os que participe en elecciones. La representación, recordemos, surge porque el ‘demos’ no podí­a estar presente, y por tanto, se elegí­an una serie de individuos, que iban a Lima, a Madrid, a Santiago o adonde fuera que estuviera el Poder polí­tico. Pero eso es lo que ya ha desparecido, porque yo estoy presente a través de mi celular. El representante puede preguntar: “Oye, tú que me votaste, qué piensas que debo hacer en la votación de la semana que viene en el Congreso sobre la ley de aguas, sobre la ley del aborto, etc.”. La pregunta académica relevante es cómo articular eso. Yo decí­a en la conferencia de ayer que, si puedo hacer una transferencia desde mi celular de 5 mil dólares con toda la seguridad, ¿cómo no puedo contestar una pregunta de mi diputado? ¿Y que mi diputado no sepa que efectivamente es Manuel Alcántara el que está preguntando y no una persona interpuesta? Cómo articular esa posición, sabiendo que los polí­ticos son necesarios, y esa es una convicción muy firme que tengo desde hace por lo menos ocho aí±os. Yo reivindico al polí­tico profesional. Porque a lo mejor, Manuel Alcántara no quiere preocuparse por la ley del agua. Entonces yo confí­o en ti que has decidido ser mi representante, en que eres una persona honrada, preparada, dedicada a su trabajo. Y por eso vas a ser profesional. Pero eso no significa que renuncie a mi soberaní­a. La pregunta es cómo articular todo eso.

“(…) Yo creo que los politólogos somos más modestos que los economistas. No conozco a ningún politólogo que plantee escenarios de ‘esto va a ser así­â€™, entre otras cosas, porque eso no significarí­a ganar dinero, mientras que los economistas al hacer sus predicciones habitualmente ganan dinero”.

PGT: La segunda pregunta más bien es un pedido de una reflexión sobre las fake news, las nuevas tecnologí­as de la información, y los riesgos implí­citos a los mismos. Este nuevo fenómeno de la participación con vehí­culo en plataformas digitales como lleva adelante PODEMOS o el Movimiento Cinco estrellas en Italia, ¿es una ví­a de reconducir en democracia esos riesgos o entraí±an un peligro aún mayor?
MA: Yo en eso soy muy optimista. Lo veo en mis estudiantes. Cuando estás en el aula, tienes la ventaja de ver pasar a las diferentes generaciones. Evidentemente los muchachos, que están digitalizados, que tienen 20 aí±os, esa gente va a trabajar de esa manera. Es muy diferente a los que tienen 40 ó 50 aí±os, y ni digamos con respecto a los que tienen 60 ó 70 aí±os. Ahí­ hay un problema de tiempos. Pero yo creo que el camino abierto por PODEMOS en este sentido, es el buen camino. Además, es un camino ideal sugestivo, porque es el de los ciudadanos verdaderamente empoderados. Ciudadanos comprometidos que dicen: ‘yo voy a dar mi opinión’. Eso presupone que tenemos ese tipo de ciudadanos, algo que a veces no es así­. Porque la mayorí­a de ciudadanos no están preocupados por eso. Soy optimista porque creo que poco a poco, lo van a estar. Y porque, además, no les va a quedar otro camino. ¿Tiene riesgos? Si, tiene riesgos de manipulación, ahí­ está el ejemplo de Cambridge Analytica. Pero la gente va a saber encontrar las contraseí±as y configuraciones para sobreponerse a eso.

PGT: La última pregunta por mi parte tiene que ver con la relación entre polí­ticos y redes sociales. ¿las redes sociales son usadas por los polí­ticos para instalar nuevas agendas o para reforzar sus propias ideas preconcebidas?
MA: Lo segundo. Todos los trabajos hechos van en esa dirección. La gente al final esta encapsulada en Redes Sociales en las que escucha lo que quiere escuchar. Los dirigentes polí­ticos tienen su grupo de aduladores y a sus gestores de redes sociales que les hacen oí­r lo que quiere oí­r, y eso es un peligro, claro. Y lo es porque le hacen vivir en un mundo que es falso. El buen polí­tico tiene que tener gente que le diga “oye, no, mira, esto es por aquí­, sí­, pero no tienes la mayorí­a”.

FA: Aterrizando nuestra entrevista en lo concerniente a la polí­tica de Colombia ¿Qué retos ve usted en torno al nuevo gobierno de Iván Duque en comparación del gobierno saliente de Juan Manuel Santos?
MA: Bueno, el principal reto que va a tener Iván Duque, es el de confrontar los acuerdos de Paz en una dirección que los obstaculice, que los bloquee y que genere una sensación de desconfianza en la aplicación de lo pactado, que suponga reavivar fuegos todaví­a no totalmente apagados. Ese es el principal reto, es decir, no ser consiente, Iván Duque, que Colombia ha avanzado enormemente en los últimos tres aí±os, que el paí­s ha adquirido una reputación internacional impensable hace nada. Yo les digo a los colombianos, ¡es que no tienen idea de cuál era la imagen del paí­s hace 8 aí±os o 9 aí±os!, en comparación con cuál es la imagen que tiene Colombia hoy. Estaba leyendo ahora mismo, en El Paí­s de Madrid, en la edición de América Latina, una noticia a propósito de la reforma agraria y la entrega de tierras a la gente, y cómo eso está teniendo una repercusión internacional. Que aquí­ en Colombia no se sea consciente de eso, creo que es un reto muy relevante.

Segundo reto: que el presidente Duque, no olvidemos, va actuar en un escenario en el que ha habido una reforma constitucional por la que él no va a ser reelegido por lo que es un presidente de un término, como antiguamente en Colombia. Hemos tenido 16 aí±os en total con Uribe y Santos; algo insólito en la historia del paí­s, pero ahora se vuelve a la vieja tradición de un solo periodo. Esto significa que lo que todo lo que haga lo tiene que hacer en el primer aí±o, durante el lapso que se llama ‘de luna de miel’. Ese reto es importante, puesto que tiene que actuar muy rápidamente, porque después ya va a empezar a ser un “pato cojo” y la gente de su propio gabinete empezará a abandonarle yéndose con otros posibles candidatos. Esto es un tema que cambia la dinámica de la vida polí­tica colombiana.
Luego están los asuntos vinculados a las polí­ticas públicas. Yo creo que Colombia sigue teniendo un reto muy importante con respecto al tema del narcotráfico, puesto que es obvio que la producción de narcóticos, según los datos indican, se ha disparado. Un tema muy importante es la inversión en infraestructura, sobre todo de infraestructuras viales; pues Colombia es un paí­s muy desintegrado, es un paí­s grande, que ha invertido muy poco en carreteras, y veo que eso es una cuestión muy relevante. Por última está el desarrollo de polí­ticas que ayuden a mitigar la desigualdad social, una de las mayores en América Latina.

“(…) Hemos tenido 16 aí±os en total con Uribe y Santos; algo insólito en la historia del paí­s, pero ahora se vuelve a la vieja tradición de un solo periodo. Esto significa que lo que todo lo que haga lo tiene que hacer en el primer aí±o, durante el lapso que se llama ‘de luna de miel’. Ese reto es importante, puesto que tiene que actuar muy rápidamente, porque después ya va a empezar a ser un “pato cojo” y la gente de su propio gabinete empezará a abandonarle yéndose con otros posibles candidatos. Esto es un tema que cambia la dinámica de la vida polí­tica colombiana”.

FA: En ese sentido, siguiendo con el tema de los nuevos gobernantes, quisiera preguntarle también por los retos del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.
MA: Yo creo que hacer creí­ble la alternancia, es decir, que realmente, la alternancia que se ha producido en México, sea una alternancia que cambie, por lo menos, aunque solo sea el 10% de lo que ha dicho que va a cambiar. Yo tengo mis reservas.

FA: He oí­do de colegas de la comunidad politológica que López Obrador por el discurso que usa para llegar al poder, podrí­a ser, dado el caso, ya como gobernante en ejercicio convertirse en el nuevo Ollanta Humala. ¿Usted lo considera así­?
MA: Bueno, pues entonces pensamos exactamente igual. Yo estuve en la jornada electoral e hice una nota que posteriormente se publicó en “Polí­tica Exterior” que es un blog en Madrid, que titulé, “Las tres horas que formalizaron el cambio polí­tico en México” (ver AQUí).


A mí­ me resultó impactante. Eran las 8 de la noche, por primera vez en la historia de México, el candidato del PRI (Partido Revolucionario Institucional) salió para reconocer la derrota y decir que brindaba su apoyo al nuevo presidente electo, a los 5 minutos salió el candidato del PAN (Partido de Acción Nacional) para hacer lo mismo, una hora más tarde salió el Presidente de la Confederación de Empresarios para reconocer el triunfo y decir que esperaba que cumpliera la promesa de que se iba a mantener la libre empresa. A las 11 de la noche salió el Presidente del INE (Instituto Nacional Electoral) para decir los resultados del conteo rápido, tal cual y por consiguiente con una gran confiabilidad ese era el resultado que se iba a dar. Según terminó de hablar él, apareció el Presidente Peí±a Nieto, para reconocer el triunfo y brindarle el apoyo y decir que iba a haber una transición segura, y terminó de hablar Peí±a Nieto y salió López Obrador, para decir que: Aquí­ todos tranquilos, los mercados tranquilos, los contratos tranquilos, que solo se iban a revisar aquellos que pudieran tener ciertas condiciones a examinar, entonces la economí­a de mercado quedaba asegurada. ¡Eso fue impresionante! ¡Era como un guion de Hollywood! Si le decí­amos a Steven Spielberg que diera su opinión cinematográfica, él hubiera dicho: ¡Perfecto!
Otra idea, en México en estas elecciones han matado a más de 100 candidatos de todos los niveles. México tiene una tradición de asesinato de candidatos presidenciales y Andrés Manuel López Obrador iba sin escoltas entre la gente, con la gente estaba pegada a él, incluso tocándole. Ahora bien, al continuar con esta opinión de que López Obrador podrí­a repetir el mismo accionar de Ollanta Humala, yo también lo creo. O sea, México en ese sentido es un paí­s fascinante por su capacidad barroca, de bajar y después alcanzar la gloria. En cualquier caso y esa sí­ que es una gran diferencia, el contexto internacional es muy diferente del de Perú hace diez aí±os con el de México hoy.

AM: En el aí±o 2012 tuvimos la oportunidad de compartir panel en un congreso de Ciencia Polí­tica en Lima. En ese tiempo yo le decí­a que yo veí­a una ‘dinámica estructural de la traición’ que explicarí­a el giro conservador de Ollanta Humala, a diferencia de lo que pasaba en Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde se combinaba se la crisis económica con una ruptura del sistema de partidos.
En Venezuela se acaba el Pacto de Punto Fijo, en Ecuador se cierra el ciclo de golpes de Estado que vino luego de la caí­da de Bucaram, como también las ‘Guerras del Agua’ en Bolivia. En Perú se tení­a una coyuntura crí­tica similar, pero sin crisis económica. Si bien ya se tení­a un sistema de partidos quebrado desde 1990, cuando Ollanta Humala gana las elecciones en 2011, el Perú ya habí­a firmado seis tratados de Libre Comercio, por lo que la inversión extranjera directa ya estaba ‘sellada’; y por esto entonces Humala habrí­a hecho un cálculo de costo beneficio, inclinándose a la derecha. De otro lado, usted me hizo varias observaciones a esa teorí­a, diciéndome que dependí­a mucho el liderazgo personal, y que lo más inteligente para Hugo Chávez hubiera sido entenderse con Alan Garcí­a y colocarlo a él como el candidato del bolivarianismo en el Perú. Hoy, seis aí±os después, ¿usted profesor Alcántara halla algún matiz a esta discusión? ¿Considera que existen algunos ciertos condicionantes estructurales que hacen que los candidatos vayan por una dirección y luego por otra?
M.A. : Totalmente, y jugando con la idea sobre qué habrí­a pasado si Ollanta ganaba las elecciones del 2006; en una América Latina efervescente con proceso con Lula da Silva, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, habrí­a sido otra cosa. Lo mismo se hubiera podido decir de López Obrador si ganaba las elecciones de ese aí±o.

P.G.T. Ya para terminar, y prosiguiendo con casos nacionales, voy con el caso argentino. Nosotros estamos en Cambiemos, una experiencia totalmente innovadora, es una derecha democrática, que llega con mecanismos democráticos, proponiendo ideas de centro derecha, no es algo reconvertido como ocurrió con Menem, por ejemplo. ¿Es una experiencia hí­brida transicional o hay elementos que permiten ver la consustanciación de la emergencia de un partido o de una coalición del estilo chileno de centro derecha que puede estabilizarse como alternativa?
M.A.: Yo creo que, así­ como México tiene unas caracterí­sticas estructurales, Argentina también tiene otras caracterí­sticas estructurales en las que no habrí­a elementos para el surgimiento de dicha coalición, debido a que la sociedad argentina es tan activa, y a la vez tan desestructuradora. Yo no veo que haya capacidad de consolidar esto en la dirección que usted Profesor Gómez lo menciona. Es más, como una transición que se comporta en clave de hí­brido transicional, yo lo veo así­.

AM/PGT/FA: Muchas gracias, profesor Alcántara por la oportunidad.

MA: Muchas gracias a ustedes.

 

(1)Historiador y Magí­ster en Estadí­stica. Consultor en la Dirección Electoral Nacional y Profesor en la Universidad de Buenos Aires (Argentina).
(2)Politólogo y Magí­ster en Polí­ticas Públicas. Investigador del Instituto de Estudios Polí­ticos Andinos y Profesor de la Universidad Católica de Santa Marí­a.
(3)Bachiller en Ciencia Polí­tica de la Universidad del Valle (Colombia).

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