Las lecciones de las elecciones de Octubre 2011

A la hora de emitir el voto los ciudadanos ponderan diversos factores, en el caso argentino, el factor determinante del amplio triunfo del partido liderado por Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones de octubre es principalmente al componente económico del voto.

Por Guido Cataife*.

A la hora de emitir el voto los ciudadanos ponderan diversos factores, entre los que se encuentran su afinidad ideológica con cada partido, las cualidades individuales de los candidatos, y la performance de la economí­a durante el gobierno de turno. En un artí­culo previo publicado en Clarí­n sostengo que el amplio triunfo del partido liderado por Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones de octubre se debe principalmente al componente económico del voto. Los niveles de consumo actuales son tan elevados que no deberí­a sorprendernos si una significativa proporción de ciudadanos ha votado al oficialismo a pesar de diferenciarse ideológicamente del mismo.

Los actuales niveles de consumo tienen un doble origen. En primer lugar están factores externos tales como el elevadí­simo precio de la soja y el crecimiento brasileí±o de los últimos aí±os. En segundo lugar se encuentran factores internos, tales como las expansivas polí­ticas monetaria y fiscal, los subsidios, y el apreciamiento cambiario en términos reales. Este conjunto de factores ha generado un “verano perfecto” para los argentinos en términos del consumo, y ello ha resultado en un fuerte apoyo al partido oficialista.

Finalizadas las elecciones, el gobierno decidió modificar la polí­tica de subsidios indiscriminados. Sin duda ello afectará la capacidad de consumo de ciudadanos que, con el mismo sueldo, deberán afrontar mayores gastos. Asimismo, importantes modificaciones se han producido en la polí­tica cambiaria. Y, aunque las implicancias de las mismas no están del todo definidas, es de esperarse que la población sufrirá una cierta pérdida de bienestar. La misma puede deberse a las dificultades para comprar dólares, a los efectos adversos de una eventual depreciación cambiaria, o a la conjunción de ambos factores. Estas modificaciones son un indicio de que la polí­tica económica pre-electoral no es completamente sustentable en el largo plazo.

Una primera lección de las últimas elecciones es que en un paí­s como la Argentina, con una economí­a altamente volátil, las implicancias polí­ticas del ciclo económico son casi “de manual”. Primero, tal como se desprende de la teorí­a del votante racional (rational choice), los ciudadanos suelen tener pocos incentivos para analizar las razones del crecimiento del consumo. El razonamiento serí­a que el votante tí­pico sabe que si equivocadamente atribuye el éxito económico a una cause cuando en realidad se debe a otra, las consecuencias serí­an mí­nimas en la práctica, dado que la probabilidad de que su voto decida una elección es casi cero. Ello, sumado a que los ciudadanos valoran demasiado su bienestar económico como para ponerlo en riesgo, explica que en general el voto económico dependa más del nivel del crecimiento económico que del mérito del gobierno en generarlo. Segundo, a la luz de las modificaciones en la polí­tica de subsidios y la polí­tica cambiaria producidas luego de las elecciones, resulta claro que los gobiernos tienen fuertes incentivos para adelantar o retrasar medidas necesarias cuando su anuncio puede dar indicios de que la coyuntura económica serí­a menos favorable en el futuro.

Una segunda lección de las últimas elecciones es que existe una grave crisis de oposición. El muy mal desempeí±o de la UCR es tal vez el ejemplo más claro. ¿Cómo puede explicarse que un partido con la historia y los recursos de la UCR haya logrado solo el 11% de los votos? A mi juicio, gran parte de esta crisis se debe a una incomprensión del modo en que actúan los votantes por parte de los lí­deres partidarios. Para ilustrar este punto, consideremos la alianza Alfonsí­n-De Narváez. En base a una elección legislativa anterior (2009), donde De Narváez resultó victorioso frente al oficialismo, la UCR concluye que una alianza Alfonsí­n-DeNarváez es oportuna. De este modo mezcla dos figuras percibidas por la población como ideológicamente casi opuestas. Pasaron por alto que en la elección 2009 la polí­tica económica no estaba en juego y que, además, en ese aí±o en particular la economí­a no tuvo un buen desempeí±o, lo cual benefició a De Narváez-Solá. ¿Qué perfil de votante apoyarí­a una alianza Alfonsí­n-De Narvaez en 2011? Dado el fuerte componente económico del voto, el radicalismo deberí­a haber apostado a los votantes más inclinados a emitir un voto ideológico opositor al gobierno. Es decir, un voto basado en preferencias de polí­tica, ya sea económica, social ó institucional. ¿Pero qué ideologí­a puede transmitir una alianza compuesta por polí­ticos con proyecciones ideológicas tan disimiles? La alianza misma dificultó la obtención del voto que de otro modo hubiese fluido naturalmente hacia la UCR.

Una tercera lección, también vinculada al desempeí±o de la UCR/UDESO es que las estructuras partidarias no son imbatibles ni infalibles. Tal vez haya llegado la hora de que los partidos polí­ticos reformulen su visión de cómo actúa el votante argentino. En vez de refugiarse en argumentos tales como la importancia de las estructuras partidarias, el clientelismo, la volatilidad del voto, la atracción del carisma, etc., podrí­an aprovechar el perí­odo post-electoral para reconsiderar sus estrategias. En los EEUU, por ejemplo, tanto los demócratas como los republicanos basan sus estrategias electorales en el estudio del comportamiento del votante. Y ello no necesariamente implica el uso ó abuso del “marketing polí­tico”; al menos no en el sentido que usualmente se le otorga al término en la Argentina. Implica el estudio de los distintos segmentos poblaciones, para saber qué necesitan y qué consideran relevante en términos de polí­ticas públicas y en términos de las cualidades ejecutivas de los candidatos. No hay nada de malo en entender las preferencias de los distintos sectores de la población y elaborar una estrategia en base a ello. Después de todo, la idea fundamental de la democracia es representar los intereses de la población.

* Guido Cataife es doctor en economia por la Washington University in St. Louis. Sus estudios académicos sobre elecciones argentinas, con foco en el comportamiento de los votantes, han sido publicados en revistas especializadas.

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