El Dedazo argentino

descargaEn este artí­culo publicado en Clarí­n se ve la crisis de los partidos en una nueva faceta: ninguno de los candidatos a presidentes fue elegido por internas como es el método contemplado en el código electoral. Sino por decisiones hechas en las mesas chicas de cada uno de estos lí­deres.


Todas las fórmulas para el 28 de octubre fueron elegidas a dedo
Marcelo Helfgot
Clarí­n
16 de septiembre 2007

Una moda electoral hizo furor esta temporada: la confección de listas de candidatos dentro de despachos oficiales o en cómodos livings hogareí±os. El dedo o la autopostulación reemplazaron sin más al voto de los afiliados.
El fenómeno no es nuevo, pero ahora alcanzó su máxima expresión: todas las fórmulas presidenciales que competirán en octubre se armaron sin atravesar una interna partidaria. Desde la que encabeza Cristina Kirchner hasta la de Raúl Castells. Pasando por las de Elisa Carrió, Roberto Lavagna, Ricardo López Murphy y Fernando Solanas.
Es la primera vez que sucede desde el restablecimiento de la democracia, ya que desde 1983 hasta ahora al menos uno de los binomios habí­a pasado por un método de selección propio de los sistemas democráticos.
Desde entonces corrió mucha agua bajo los puentes de la polí­tica, aunque vale preguntarse con retroactividad histórica: ¿Cómo entender la fuerte irrupción de Raúl Alfonsí­n sin el triunfo previo sobre Fernando de la Rúa?
¿Y cómo entender la escalada de Carlos Menem, en 1989, si no hubiera confrontado con Antonio Cafiero, en la única interna presidencial del peronismo?
Nadie pondrí­a en duda que a José Octavio Bordón lo catapultó como opción opositora la interna abierta que sostuvo en 1995 con Chacho Alvarez. Esa innovación habí­a sido introducida por la izquierda seis aí±os antes, cuando Néstor Vicente se impuso a Luis Zamora. Y a la Alianza le resultó exitoso para encumbrar en el 99 a De la Rúa, tras su pulseada con Graciela Fernández Meijide.
Después vendrí­an el estallido de los partidos y la propagación del «que se vayan todos».
Proliferó el reclamo de una reforma polí­tica a fondo, que nunca llegó, pero aquellos partidos que eligen candidatos a dedo no son castigados por el electorado. Tanto que, en las elecciones presidenciales de 2003, solamente el radical Leopoldo Moreau pasó por ese trance… y en la general quedó sexto.
Para el resto de los cargos nacionales que se pondrán en juego el 28 de octubre, el panorama no varí­a demasiado. Apenas un puí±ado de fuerzas convocó a internas a diputados o senadores.
Y únicamente la UCR las hizo efectivas en un puí±ado de distritos, como Capital, Entre Rí­os y Santa Cruz. Entre las tres, sumaron unos 36.500 votantes. En los otros casos siempre se consagraron listas únicas.
Para no perder el antiguo vicio de dirimir diferencias mediante el voto, el Movimiento Popular Neuquino y el Partido Justicialista santafesino también seleccionaron a sus candidatos provinciales en elecciones internas.
El caso de la provincia de Santa Fe fue tan original que no reconoce antecedentes en el mundo: a las elecciones internas simultáneas y obligatorias debieron presentarse incluso los partidos que llevaban una sola lista.
«Esta es una patologí­a provocada por la implosión de los partidos y se necesita una reformulación del sistema polí­tico para revertirla», le aseguró a Clarí­n el diputado kirchnerista Jorge Landau, apoderado del PJ y promotor de la derogación de las internas abiertas y simultáneas que él mismo impulsó en el 2002 como asesor de Eduardo Duhalde.
Ese mecanismo se motorizó para responder al reclamo de reformas y fracasó estrepitosamente. Se aplicó nada más que en el 2005 y dirimió candidaturas de la UCR y el socialismo en unos pocos distritos. «Como el PJ no hizo internas, intervino en las nuestras para favorecer a los radicales K», se quejó el diputado Federico Storani, ex ministro del Interior de la Alianza.
«Era una intromisión en la vida interna de los partidos polí­ticos», argumenta Landau, para justificar su eliminación, por ley, a fines del aí±o pasado.
El macrista Federico Pinedo, jefe de su bloque de diputados, justificó su apoyo a la derogación: «Nosotros estamos a favor de las internas abiertas, pero si no se les ponen restricciones a las fuerzas tradicionales, nos terminan eligiendo los candidatos», alegó.
La virtual desaparición de las internas fue causada, según el director nacional electoral, Alejandro Tullio, por «la emergencia de fuerzas que funcionan en torno de un liderazgo personal».
Ese liderazgo es el que impone los candidatos a través de su propio dedo o de los miembros de sus «mesas chicas», esos temibles grupos de dirigentes polí­ticos que suelen actuar en las sombras parar armar y desarmar en nombre del Prí­ncipe. Y también de alguna que otra Princesa.

La reforma polí­tica K agoniza en uno de los cajones de Cristina
Marcelo Helfgot
Clarí­n
16 de septiembre 2007

Cualquier candidato que se precie lleva desde hace tiempo como bandera la promesa de una reforma polí­tica.
Las elecciones pasan y las promesas nunca se llevan adelante. Al punto que en un cajón del Senado duerme un proyecto de reorganización de los partidos polí­ticos presentado por este Gobierno y que difí­cilmente se trate, porque antes de fin de aí±o perderá estado parlamentario.
Curiosamente, la senadora y candidata Cristina Fernández de Kirchner, como presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, debí­a ser la encargada de movilizar el proyecto, elaborado por el Ministerio del Interior, a cargo de Aní­bal Fernández. Cerca de la postulante del oficialismo aseguran que su propósito será promover el debate si llega al Gobierno el 28 de octubre.
El titular de la Dirección Nacional Electoral, Alejandro Tullio, le explicó a Clarí­n que el proyecto cajoneado, así­ como otros proyectos legislativos que se encuentran en estudio, apuntan sobre todo a «incentivar» la participación del afiliado para la selección de los candidatos de sus partidos.
Aunque admite que «no se los puede obligar a hacer internas», el proyecto de la Casa Rosada indica al menos dos ví­as para reflotar esa costumbre perdida.
Aumento de las exigencias para la conformación de partidos. Así­, sostiene el proyecto oficialista, se reducirí­an las posibilidades de apelar a atajos electorales para quienes pretenden esquivar el riesgo de una eventual derrota en la compulsa interna.
Revisar los métodos de afiliación partidaria, a fin de dar garantí­as a los candidatos que se oponen a los aparatos partidarios y encuentran excusas para evitar una confrontación electoral.
En esa lí­nea, el PRO de Mauricio Macri presentó una propuesta que duerme en otra Comisión de Asuntos Constitucionales, la de Diputados, donde se acumula otro numeroso lote de proyectos -de origen legislativo- también sin tratar.
«Nosotros queremos que se considere afiliado solamente al que vote en las internas y que se dé la baja a los dos aí±os si no vuelve a hacerlo», explica Federico Pinedo, presidente de la bancada macrista. Pinedo asegura que el diputado kirchnerista Juan Manuel Urtubey, titular de la comisión, le elogió la idea. Pero la comisión quedó acéfala porque Urtubey renunció para hacer su campaí±a a gobernador en Salta.
Con todo, Clarí­n detectó que la mayor cantidad de proyectos que existen en ambas cámaras legislativas apuntan a la eliminación de las listas sábanas. Sobre la promoción de las internas partidarias hay poco y nada.
Para Jorge Landau, apoderado del PJ, la consolidación de partidos fuertes «aportará a una mayor calidad institucional». Considera que hay una baterí­a de medidas que pueden tomarse para promover la competencia interna y desalentar que los heridos se vayan a armar otras opciones.