Smith: «Que el presidente Kirchner evite convertirse en un í¢â‚¬Å“pato rengoí¢â‚¬Â antes de tiempo me parece normal»

William C. Smith tiene un doctorado en Ciencia Polí­tica de la Universidad de Stanford. Actualmente es profesor titular de Estudios Internacionales y Ciencia Polí­tica de la Universidad de Miami. En la Argentina, ha sido investigador invitado en el Instituto Torcuato Di Tella y el Centro de Estudios de Estado y Sociedad. Entre otros libros, Smith es autor de Authoritarianism and the Crisis of the Argentine Political Economy (Stanford University Press, 1991). Sus artí­culos han sido publicados en revistas académicas tales como Desarrollo Económico, Latin American Research Review, América Latina Hoy, Studies in Comparative Internacional Development, Contexto Internacional y la Revista Mexicana de Sociologí­a, entre otras. Actualmente Smith es el Editor de Latin American Politics and Society, una de las principales revistas especializadas dedicadas al estudio de la polí­tica latinoamericana contemporánea.

1. La etapa democrática iniciada en la Argentina luego de la caí­da de la última dictadura militar lleva ya 25 aí±os. ¿Cómo interpreta las próximas elecciones presidenciales a la luz de este proceso? ¿Tienen estas elecciones un significado especial? 1. El sistema polí­tico argentino siempre ha exhibido un alto grado de inestabilidad, con frecuentes rupturas polí­tico-institucionales vinculadas de modo complejo con su errático padrón de desarrollo económico. En este sentido, pienso que las próximas elecciones llaman la atención por el mayor grado de consolidación de los arreglos institucionales propios del régimen democrático. Si bien este prolongado periodo de continuidad institucional -el más largo en la historia argentina- es un logro muy significativo, no puede ignorarse la baja calidad de la actual democracia. Esta observación crí­tica tiene múltiples dimensiones, pero como otros analistas ya han comentado fenómenos institucionales como la fragmentación del sistema partidario, la crisis de representación y los problemas asociados al hiperpresidencialismo, quisiera echar una mirada más “estructuralista” a las últimas décadas. ¿En qué medida los gobiernos democráticos de los últimos 25 aí±os han logrado implementar un modelo de acumulación a largo plazo, un patrón de desarrollo capaz de superar las crisis cí­clicas caracterí­sticas del pasado? No queda duda respecto a la impresionante recuperación económica del periodo pos-2001. Pero me parece fundamental analizar si el gobierno de Néstor Kirchner ha logrado instalar un proyecto de crecimiento innovador y realmente capaz de enfrentar y vencer, de modo duradero, las secuelas negativas de las reformas neoliberales impuestas, primero, por la dictadura militar y, luego, durante los aí±os noventa, por Carlos Menem. En este renglón, claro, me refiero fundamentalmente a la profundización de la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.

2. El peronismo ha demostrado una notable capacidad de supervivencia. Al cabo de más de 60 aí±os, continúa ejerciendo una influencia decisiva en la polí­tica argentina. Como interpreta este fenómeno? ¿Cuáles han sido, -a su juicio- las claves de la permanencia del peronismo en la sociedad y la polí­tica argentina?
2. Sin duda la capacidad de sobrevivencia mostrada por el peronismo a lo largo de las últimas seis décadas es impresionante. No creo que yo pueda decir nada muy novedoso al respecto, pero resaltarí­a tres factores que considero fundamentales. Primero, entre todos los populismos latinoamericanos, el peronismo siempre se ha destacado por su extraordinario pragmatismo, su capacidad de adaptación, u oportunismo, si se quiere, que le ha permitido responder siempre con muchí­sima flexibilidad a los vaivenes y virajes repentinos de la coyuntura polí­tica. Además, este pragmatismo polí­tico e ideológico le ha facilitado su adaptación a las transformaciones de largo plazo de la economí­a, permitiéndole mantener su relevancia en el contexto de los cambios brutales sufridos en la estructura social y la cultura polí­tica del paí­s. Este factor destaca lo que en la jerga peronista se llamaba la “actualización doctrinaria”. Segundo, a un nivel más estructural, creo que más que cualquiera de los otros populismos de la región, el peronismo en la Argentina ha sido capaz de “reinventarse” y de adecuarse a la crisis y colapso de la matriz estado-céntrica y posteriormente, con el agotamiento del modelo de economí­a semi-cerrada, ponerse, con Menem, a la cabeza del proyecto neoliberal y de apertura a la globalización. Esta flexibilidad y pragmatismo, este aggirornamento, ahora en un contexto de una sociedad mucho más desigual que antes, encuentra su actual expresión en el gobierno de Néstor Kirchner. Un tercer factor fundamental, y ligado los anteriores, que es imprescindible para entender la sobrevivencia y el metamorfosis del peronismo, ha sido -claro está- la ineptitud y los tropiezos de los partidos de la oposición. Aquí­ me refiero no solo a la casi desaparición del radicalismo como potencial fuerza mayoritaria, o al insignificante peso de la izquierda, sino fundamentalmente a la incapacidad secular de la derecha y la centro-derecha de constituirse como una fuerza electoral competitiva a nivel nacional. El peronismo siempre aparece como la opción default.
3. La corriente peronista conocida como kirchnerista ha monopolizado en los últimos aí±os las preferencias electorales de los argentinos. ¿Como interpreta este fenómeno? ¿Cuales han sido, a su juicio, los aportes –positivos y negativos– del kirchnerismo, tanto al interior del peronismo como hacia fuera, en la sociedad y la polí­tica argentina en general?
3. Desde 2003, el gobierno de Kirchner ha desplegado una impresionante capacidad discursiva para captar -y hacer suyos- tantos los miedos y las ansiedades como las esperanzas que componen el sentido común de “la gente”. Esto le ha permitido al kirchnerismo implementar un conjunto de polí­ticas sociales y económicas y articular una estrategia que busca reconciliar el aumento de su legitimidad y base de apoyo popular, por un lado, con las exigencias implacables del “mercado” y de la globalización económica, por el otro. En cuanto a aportes positivos del kirchnerismo, creo que los más importantes son tres. El primer y más importante logro serí­a la reconstrucción parcial e todaví­a incompleta del poder estatal de regulación de los mercados y los agentes económicos. Claro que el boom de los precios de los commodities exportados por el paí­s es clave en este contexto. Pero también creo que la reconstrucción de la “estatidad”, muy erosionada por cierto bajo la dictadura y durante el menemismo, ha contribuido a impulsar la fuerte expansión económica a “tasas chinas” en los últimos cuarto aí±os. Es importante destacar que esto ha requerido una mayor autonomí­a relativa del gobierno y sus agencias decisorias frente a los grupos económicos dominantes. Sin embargo, y no obstante la fuerte acumulación de divisas y el superávit fiscal (gracias en buena medida a la polí­tica de retenciones que tanto desagrada a los sectores exportadores), esta autonomí­a tiene claros lí­mites y el gobierno enfrenta constantes presiones de los grupos concentrados y oligopólicos que buscan mantener y aumentar su rentabilidad. Segundo, con esta onda de expansión económica, Kirchner ha podido avanzar algo en el combate a la indigencia, la extrema pobreza y el alarmante grado de exclusión social que encontró al asumir el gobierno en el 2003. Sin embargo, parece que es poco lo que se ha logrado en términos de disminuir la desigualdad social y promover una genuina redistribución de ingresos y un reparto más equitativo de la riqueza. Tercero, el kirchnerismo se ha mostrado capaz de ampliar su base de apoyo electoral entre la clase media tradicionalmente no-peronista y al mismo tiempo reconstruir y fortalecer sus lazos con los sindicatos y, a través de polí­ticas compensatorias, con los grandes sectores de la población inmersos en la informalidad. Cuarto, Kirchner ha avanzando bastante en el campo de los derechos humanos, pero obviamente todaví­a enfrenta desafí­os mayores como la corrupción, la criminalidad y el problema de la seguridad ciudadana.
4. ¿Cómo interpreta la transformación del peronismo de su vertiente o versión menemista a su vertiente o versión kirchnerista? ¿Cuál ha sido –a su juicio– la clave del éxito del kirchnerismo?
4. Tal vez la clave que mejor explica el éxito del gobierno de Kirchner y el kirchnerismo como un estilo de hacer polí­tica, ha sido el rotundo fracaso del menemismo y, luego, el triste desenlace del gobierno de Fernando de la Rúa. Aquí­, por supuesto, el abandono de la convertibilidad fue crucial, pues permitió al gobierno recuperar la capacidad de hacer polí­tica en el periodo 2002-2003 en un contexto marcado por el desplome económico, el descalabro social y la crisis de la representación captada por el reclamo popular ¡Qué se vayan todos! La reconstrucción del liderazgo y la autoridad no fue sólo un logro polí­tico sino, como ya mencioné, fue imprescindible para el éxito de la estrategia de recuperación económica, tanto frente a la sociedad en el plano doméstico como frente a los acreedores y los actores de un mundo crecientemente globalizado. Además de esta eficaz conducción de la economí­a, hubo un manejo igualmente hábil de los recursos públicos para la contención de la protesta social y para el rearmado de una nueva coalición electoral, inclusive con la incorporación de los sectores K del radicalismo.
5. A pesar de tener las encuestas a su favor, el presidente Kirchner acaba de renunciar a la posibilidad de buscar su reelección, designando como sucesora a su esposa. ¿Qué representa esta decisión según su opinión?
5. En mi reciente paso por Buenos Aires y ahora leyendo los diarios, especialmente los columnistas de La Nación, me quedé impresionado con la exaltación de los sectores anti-kirchneristas, para quienes la candidatura de la esposa del presidente serí­a un mecanismo para conseguir su perpetuación en el poder y, tal vez, la antesala de un giro autoritario al estilo Chávez. Que el presidente Kirchner evite convertirse en un “pato rengo” antes de tiempo me parece normal. Tampoco me sorprende que la pareja Kirchner busque quedarse en el gobierno y seguir con su proyecto de consolidar su poder en el PJ. Nada de esto me preocupa demasiado, aunque sí­ creo que refleja una personalización del poder excesiva y ciertamente no deseable. Lo que encuentro más preocupante es la debilidad del sistema institucional de “frenos y contrapesos” dentro y fuera del peronismo y, sobre todo, la incapacidad polí­tica y organizativa de los partidos de oposición. Con leyes y reglas electorales diferentes de las dejadas por el Pacto de Olivos, o con un pacto federal más equilibrado, la pretensión “hegemónica” de los Kirchner no serí­a tan amenazante. ¿Quién sabe? De cualquier manera, con una intención de voto arriba de los 45 por ciento y una ventaja insuperable con respecto a los otros candidatos, parece que Cristina Fernández de Kirchner llegará a la Casa Rosada sin necesidad de ballotage. En este contexto, todo hace creer que por lo menos en el corto plazo el futuro gobierno liderado por CFK significa fundamentalmente una continuación del gobierno de su marido. A mediano plazo, sin embargo, la presidenta Kirchner tendrá que crear y proteger su propia legitimidad y autonomí­a, inclusive frente a su esposo. De antemano, no lo podemos saber, pero tal vez los desafí­os de gobernar la obliguen a cambios de rumbo más o menos importantes.
6. ¿Cuáles cree serán los principales desafí­os de la administración que asuma en el 2008?
6. El pragmatismo y la flexibilidad del peronismo serán puestos a prueba durante la próxima administración. Creo que además de los problemas de reafirmar su propia independencia frente a su marido y el liderazgo sobre su propia coalición electoral, la futura presidenta enfrentará otros problemas serios como la corrupción endémica. También tendrá que demostrar su capacidad de innovación polí­tica frente a temas espinosos como la inflación, que podrí­a desatar un ascenso de conflictos distributivos con consecuencias imprevistas, o la crisis energética, que podrí­a frenar el desarrollo económico. También el futuro gobierno de Cristina Fernández de Kirchner enfrentará temas pendientes con sus vecinos del MERCOSUR y, al mismo tiempo, tendrá que diseí±ar e implementar una estrategia polí­tica y económica más activa y agresiva frente al resto del hemisferio, especialmente con los Estados Unidos, y con la Unión Europea y las potencias emergentes como China y India.